Reconceptualización del Estado

por Enrique Fernández M.

1º- INTRODUCCIÓN

" Socialism is dead, Leviathan lives ." James Buchanan

Indagar sobre el significado de la expresión "re-conceptualización del Estado", implicaría definir primeramente sobre qué concepto se trabaja para posteriormente analizar su eventual cambio o evolución.

Desde la ciudad-Estado ateniense hasta la elaboración teórica de Hobbes y Locke, el constructo teórico conceptual de Estado ha recibido mucha atención, intentando en primer lugar definirlo. De hecho, Cicerón lo intentó mucho tiempo ha: " el Estado es un cuerpo, la pertenencia al cual es posesión común de todos sus ciudadanos; existe para dar a sus miembros las ventajas de la ayuda mutua y de un gobierno justo ". (G.Sabine, pág. 147) Por otra parte, quizás razón lleva Michel Offerlé, para quién resulta absurdo siquiera intentar una definición de lo que es un partido político, y lo mismo podría verificarse en relación a la definición del concepto Estado.

Sin embargo, lo importante para nuestro estudio es delimitar las características y configuración del Estado-nación contemporáneo y para tales fines recogeré lo aseverado por Antonio Leal: " el Estado que emana de la segunda guerra mundial es irreconocible en sus aspectos fundamentales, si lo miramos a la luz de la teoría política del Estado, como éste se había formado en un largo proceso de siglos, ya no es reconocible una verdadera separación entre estado y sociedad, dado que el proceso de compenetración llega a un punto en que no existe ningún subsistema social que no esté tendencialmente organizado y controlado por las instituciones estatales ". (A.Leal, Págs. 24-25)

Pero el devenir de las siguientes décadas traería consigo no sólo el "Fin de la Historia", como algunos se atreven a plantear, sino que además con el término del "bloquismo" y la velocidad de los cambios tecnológicos, culturales, sociales que hoy se verifican, se ha creado un nuevo escenario para la Política. Pudiese ser entonces que hubiésemos llegado no sólo a un nuevo punto de inflexión de una larga cadena centenaria, que ha alternado procesos de verticalización y horizontalización de la política, sino que el concepto mismo de Estado, como organización politica social nacido en la ciudad-Estado ateniense y que evolucionó hasta el Estado-nación contemporáneo, mute hacia una nueva entelequia política que permita dar cuenta de la nueva conformación mundial del próximo milenio.

Al respecto es pertinente citar lo escrito por George Sabine, en relación al ocaso de la ciudad-Estado griega: " la verdad es que los problemas sociales y políticos del mundo griego no podían ser resueltos por las ciudades -Estados, ya que ningún perfeccionamiento posible hubiera sido capaz de hacerla congruente con la economía del mundo en que vivía". (G.Sabine, pág.120)

Planteadas así las cosas, el análisis respecto de la re-conceptualización del Estado, se canalizaría a través de dos preguntas directrices:

1.- ¿ Consecuentemente con el nuevo paradigma de la modernización, la disminución progresiva del tamaño y de las funciones del Estado, apunta a su eliminación o bien hacia una reconversión, manteniendo funciones equilibrantes claves en ámbitos socialmente sensibles como salud y educación ? ¿ Todos los actores políticos coinciden con esta visión o existen otros enfoques al respecto ?

2.- ¿ La globalización de la economía mundial, con el predominio avasallador de la actividad comercial, hará perder parte de la soberanía de los actuales Estados-naciones ( elemento esencial del Estado ), traspasando parte de ésta a nuevas entidades supra-nacionales como por ejemplo, la Unión Europea ? ¿ Es este el costo que deben asumir los Estados-naciones para competir comercialmente con éxito con otros bloques ?

 

2º-DIAGNÓSTICO: EL ESTADO EN EL FIN DEL SIGLO XX.

Nunca ha sido el Estado una entidad fija, sino más bien modificable, históricamente fortuita y en vías de desarrollo, una entidad que adopta formas diferentes y satisface necesidades distintas en momentos y lugares diversos. En la era contemporánea está experimentando una serie de cambios. La nación-Estado no está amenazada con la extinción, pero el significado de la soberanía se está transformando. Los poderes y competencias del Estado se ven actualmente amagados en tres dimensiones.

Primera, el poder del Estado resulta erosionado por el cambio económico mundial y por la integración continental resultante del avance del mercado. Alain Bihr así lo plantea: "La crisis del Estado-nación como formación social y política es manifiesta. Su causa primera debe buscarse en la transnacionalización que en el curso de los últimos dos decenios a conducido a un divorcio cada vez mayor, entre espacio económico y espacio socio-cultural." En efecto, a la luz de la transnacionalización de los mercados y la economía actual, el Estado no constituye más el marco regulatorio adecuado para los intercambios económicos ni para manejar los conflictos políticos que surgen precisamente y en gran parte debido a la crisis del Estado-nación ". (Alain Bihr, le Monde Diplomatique, Enero, 1994)

Segunda dimensión, derivada de su pérdida de perfil y competencias, recibe la amenaza de la reafirmación de identidades subestatales y la consiguiente aparición de problemas políticos que está mal preparado para afrontar. Se cuestiona el papel del Estado como marco estructural para el desarrollo de la democracia y los derechos del individuo. Se enfrenta ante exigencias de autogobierno comunitario que le hacen grupos colectivos, sea el elemento definidor de éstos su etnicidad, su lengua o el lugar donde se encuentran radicados. Hay presiones fuertes a favor de la descentralización y la diferenciación en política, incluso en estados como Francia, donde el ideal jacobino de la democracia como centralización y uniformidad, impera desde hace mucho tiempo. Tanto los derechos individuales como los del grupo se sacan cada vez más del contexto del Estado y se expresan empleando términos universales, por medio de instrumentos tales como las Naciones Unidas y otros organismos "supraestatales".

Finalmente y en tercer lugar, sufre cierta parálisis causada por su menguante capacidad de movilizar la acción y la conciencia colectiva; por el auge de nuevas formas de identidad sociales, destacando le preeminencia del rol de la sociedad civil y de las relaciones individualizadas. Al respecto es importante reseñar a dos autores franceses, quienes durante la eufórica década neoliberal de los ochenta, dispararon sin piedad contra el Estado, especialmente el francés:

"Si bien es cierto que corresponde al Estado mantener el orden, no es en cambio de su incumbencia conducir el cambio. Por lo demás es incapaz de hacerlo: no hay gobierno que cuente con la brújula adecuada para indicar la dirección de ese cambio y para decirnos sin margen de error "por allí va el camino". También físicamente el Estado es incapaz de hacerlo: su pesadez, su rigidez, sus métodos de contratación, su organización en suma, lo hacen particularmente inepto para asumir la innovación. El cambio es asunto de los individuos; la curiosidad, la imaginación, el gusto por el riesgo, son condiciones que maduran el la sociedad civil."(Guy Sorman, pág.33)

"¿Cómo puede el Estado asumir en cantidad casi ilimitada nuevas tareas sin ensanchar al mismo tiempo su campo de acción y multiplicar sus agentes en la misma proporción ? Aquí no se trata de un resultado contingente, que dependa de la buena o mala fe de los gobernantes, de sus propensiones subjetivas, es el producto de un determinismo que se aloja en el corazón de todo socialismo y que engendra una politización generalizada de la sociedad civil. Para hablar sin ambajes, el estado hipertrofiado se convierte en megalómano, y la megalomanía es la antesala de la paranoia." (Jean-François Revel, págs.110-111)

En resumen, lo cierto es que en las postrimerías del siglo XX, el Estado se encuentra en retirada en algunas esferas y ha perdido su monopolio en otras.

 

3º-LA VARIABLE CULTURAL Y EL ESTADO.

El papel que el Estado interpreta en la identidad cultural se encuentra ante presiones contrarias. Existe una mundialización de la cultura que se produce menos por la fusión de la culturas nacionales que mediante la hegemonía cultural norteamericana, que impone pautas y aspiraciones parecidas y fomenta el inglés como lengua mundial. La definición y el contenido de una "cultura nacional" se han convertido en objetos de intensos debates políticos. Los efectos que los avances de la tecnología surten en este proceso son ambivalentes. Los nuevos medios de difusión cultural pueden derribar las barreras nacionales. La retransmisión mediante satélites podría hacer que el proteccionismo cultural y/o la censura política resultase imposible, lo cual se verifica nítidamente en algunos países islámicos con gobiernos integristas de rígido control político-cultural. "Las síntesis interculturales no sólo se convierten en una posibilidad para vivir la globalización, sino también en una necesidad para convivir con ella." (Hopenhayn, El Mercurio, pág. E18)

La nueva tecnología también permite que la cultura se consuma individualmente en lugar de colectivamente. Transmisiones televisivas deportivas, de teatro y de música, logran que cada individuo pueda permanecer en su casa y disfrutar de un programa así "individualizado". En la medida en que la difusión cultural dependa de la regulación y financiamiento del Estado, se convierte en asunto político de gran importancia en los campos internacional, nacional y subnacional. Lo que está claro es que el pluralismo cultural es mucho más probable en el futuro y que las definiciones monolíticas de la cultura nacional mediadas por el Estado, serán cada vez menos posibles.

4º- LA VARIABLE ECONÓMICA Y EL ESTADO.

4.1. Globalización del mercado.

Hasta la instauración de la ideología neoliberal que hoy predomina mundialmente, se concedía al Estado el deber de desempeñar un papel central en el desarrollo y la gestión de la economía. Sin embargo, actualmente el papel del Estado en la gestión económica se halla bajo una amenaza triple que procede de arriba, de abajo y de los lados.

Desde arriba, la internacionalización de la economía y la movilidad del capital han reducido la capacidad de los Estados de seguir una política económica autónoma. A las compañias multinacionales no se las puede reglamentar y presionar como antes se hacía sino que por el contrario, se intenta asegurarles un ambiente de estabilidad social para atraerlas. El proteccionismo como práctica regulatoria a nivel nacional está cada vez menos disponible como instrumento que pueda emplearse para impedir conflictos de ciertos sectores económicos. La interdependencia reduce la capacidad de los Estados en lo que se refiere a tomar medidas unilaterales de carácter fiscal , arancelarias y monetarias.

Por otra parte y desde abajo, crece la apreciación de la importancia de los factores locales y regionales en el fomento de condiciones que atraigan capital y estimulen el espíritu empresarial. La lógica de la compañia multinacional, con su estrategia de crecimiento mundial, aparece cada vez más divorciada de la lógica espacialmente limitada de las comunidades a las que puedan afectar las decisiones de dichas compañias. Contrariamente a lo que sostienen muchos de los apóstoles del capitalismo de mercado, no hay una única lógica de mercado, sino múltiples lógicas, las cuales dependen de la manera en que los individuos y las comunidades se relacionen con los mercados locales y mundiales. Ante la reestructuración continental y mundial y la disminución de las medidas nacionales contra la disparidad, los gobiernos subnacionales y los movimientos políticos han buscado nuevos medios de intervención y de estímulo económico.

Lateralmente, el papel del Estado en la gestión económica ha sido virulentamente combatido por el renacer de la fe en los mercados y las privatizaciones, caballos de batalla de la ideología neo-liberal. Una de las singularidades de este fenómeno, reside en el hecho que por bien fundadamentada que esté, esta creencia ha prendido no sólo en los partidos de la derecha, sino también en los de la izquierda.

Sería un gran error en todo caso afirmar que el Estado ha abandonado su interés por la economía. Muy por el contrario, los Estados están cada vez más obsesionados por las condiciones necesarias para alcanzar el éxito en la competencia internacional. Lo que ha cambiado son los objetivos y las modalidades de la intervención estatal. Incapaces de seguir gestionando centralizadamente la economía nacional, los Estados se ven compelidos a favorecer a los sectores que posean la mejor capacidad de competir en el mercado internacional, a la vez que se ven en la obligación de separar la gestión económica de consideraciones más amplias de carácter social y político. Como conclusión, cabe citar a Rogalski :" Es probable que la globalización económica, lejos de significar el desaparecimiento del Estado-nación, le otorgue un nuevo rol clave para la protección de las poblaciones y desarrollar los márgenes de maniobra frente a los mercados." (Rogalski, le Monde Diplomatique, Feb.1997)

4.2. Estado y medio ambiente.

En la era moderna, los problemas ambientales han adquirido tal envergadura que escapan cada vez más al control exclusivo del Estado, el cual debido a la marea privatizadora, ha visto recortado gran parte de sus atribuciones y competencias en ámbitos que atávicamente le pertenecieron. El crecimiento de los movimientos ecologistas y su acceso incluso a instancias de participación parlamentaria, grafica claramente que los problemas medio ambientales de fin de siglo se van presentando a un ritmo que deja en situación de retraso a los mecanismos de solución que aún pudiese implementar el aparato estatal constreñido, entre su rol de guardián de los recursos de bien público y las acusaciones de ahuyentar inversiones que generarían mayor bienestar económico.

4.3. Estado de bienestar - ( Welfare state ).

Otra actividad que ha venido a definir a la nación-Estado contemporánea es su papel en el bienestar social. La peculiaridad de este llamado Estado de bienestar ( welfare state ) es que pretende compatibilizar imperativos que aparecen como contrapuestos: el de la ciudadanía, que se basa en la igualdad y la universalidad, y el mercado, que se basa en la desigualdad, la competencia y la exclusión. En definitiva, es un mecanismo tanto para la redistribución como para la integración social, llevado a cabo por el Estado de bienestar nacional. Sin embargo este Estado de bienestar, pregorrativa casi exclusiva de la nación-Estado, ha comenzado a sufrir presiones. En gran parte de las economías mundiales, se han adoptado medidas conducientes a reducir los programas sociales, muchas veces utilizando los eufemismos de "focalizar de mejor modo la inversión o gasto social", buscando reducir los déficits de la balanza fiscal. Las necesidades de la competitividad internacional han obligado a los gobiernos a tener que dar a los gastos sociales una justificación económica con el fin de conservar su prioridad. Así, la educación es valorada exclusivamente por su aportación al crecimiento económico en vez de ser considerada también como instrumento para la integración e igualdad sociales.

 

5º- LA VARIABLE POLÍTICA Y EL ESTADO.

5.1. El Estado, la seguridad y la defensa.

Una de las tareas fundamentales de la nación-Estado es velar por la seguridad interna y externa. En el plano interno, el Estado es responsable de la seguridad de los ciudadanos y del mantenimiento del orden. En el externo, debe defenderse de los agresores en potencia. Pero también estas funciones están cambiando. La seguridad interna continúa siendo responsabilidad de la nación-Estado, aunque el terrorismo, el tráfico de drogas, lavado de dinero y otros problemas importantes requieren de modo creciente de la cooperación internacional mediante acuerdos policiales y sobretodo de normativas jurídicas mancomunadas que revelan traspaso de cuotas de soberanía, prerrogativa que hasta ahora era celosamente atesorada por el Estado nacional.

En relación al papel de los Estados y la seguridad externa, es decir la defensa, hay otro factor que anotar. En efecto, la rivalidad armada y la diplomacia tradicional han cedido terreno ante la competitividad económica, modificando la forma de percibir y fomentar los intereses nacionales. Allí donde lo que gobierna las relaciones internacionales son las consideraciones relativas a la seguridad y la amenaza de guerra, es más fácil postular un interés nacional unitario representado por el Estado. Sin embargo, si lo que determina estas relaciones son consideraciones económicas, o bien las divisiones entre productores, consumidores y defensores del medio ambiente y/o también entre bloques económicos, estas motivaciones pudieran ser más importantes que compartir un interés de tipo nacional.

 

5.2. Cambio institucionales.

También se han producido cambios en el perfil de las instituciones estatales. Quizás el de mayor difusión sea el crecimiento de los regímenes internacionales, que algunos han definido como "pautas estables de interacción y cooperación en el marco de unas reglas conocidas ". (M.Keating, pág.53). Especial atención merecen las organizaciones internacionales y supranacionales que han aparecido en Europa y América del Norte.

En la esfera económica, cabe citar a la Unión Europea, al Espacio Económico Europeo y al NAFTA. En la esfera de la seguridad, las principales organizaciones son la OTAN y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Pero es en la esfera de los derechos individuales donde se ha verificado un evento trascendente en la nueva demarcación de las competencias del Estado-nación. Se creó en la Unión Europea, el Consejo de Europa, cuya maquinaria para la defensa de los derechos humanos ha separado la definición de éstos, de la definición de ciudadanía nacional.

Pero los cambios institucionales también se están produciendo desde abajo. En Europa, muchos Estados han descentralizado el gobierno, incorporando regiones que cuentan con aparatos estatales autonómicos, traspasándoles competencias que les habían sido hasta ahora de su sola incumbencia. Aparte de la descentralización institucional, ha habido tendencia a la descentralización en política, ya que los asuntos políticos se resuelven en marcos locales y regionales y las exigencias políticas se diferencian territorialmente.

Existen a juicio de algunos autores, dos hipótesis contradictorias sobre los efectos en el Estado-nación, del traspaso de poderes o "devolution" hacia arriba (regímenes internacionales o supranacionales) y hacia abajo ( gobiernos regionales y locales ). Unos afirman que debilitarán al Estado reduciendo su capacidad funcional, sus recursos y su autonomía para tomar decisiones. En cambio otros argumentan que, puede que aumenten la autonomía y el poder efectivo de las élites estatales al liberarlas de la carga que representan las tareas más gravosas y de mayor desgaste político.

Averiguar cuál de las dos hipótesis está en lo cierto es tarea que corresponde a investigaciones de orden empírico, pero creo que es lícito postular como plausibles las siguientes alternativas: a corto plazo, el traspaso de poderes hacia arriba y hacia abajo puede aumentar la autonomía y la autoridad de las élites estatales, ya que es de suponer que de no ser así, no adoptarían estas medidas. A más largo plazo, cabe la posibilidad de que no puedan controlar la dinámica de los procesos que ellas mismas han puesto en movimiento, surgiendo nuevos actores que generen sobre la marcha, las reglas de un nuevo sistema político.

También hay que tener en cuenta en este análisis proyectivo de nuevas instituciones, a dos fenómenos simultáneos: la retirada funcional del Estado ante el mercado y la aún insospechada forma que puede adoptar la integración económico-política verificada en bloques continentales. Tanto en América del Norte con el NAFTA como en Europa con la UE, los mecanismos integradores ya puestos en movimiento llevan en su inercia a que los gobiernos nacionales renuncien a cuotas de poder y no sólo se limiten a mancomunarlo con el de otros gobiernos. Por ejemplo, el banco europeo que se desea crear, será independiente no sólo del poder político nacional sino que de todo control político.

 

5.3. Estado y sociedad civil.

Es posible afirmar que el Estado no ha desaparecido, sino que más bien han penetrado en él influencias nuevas, ya sean supranacionales, subnacionales o de sector. El control jerárquico ha retrocedido ante complejas pautas de negociación. Las fronteras son penetrables y pierden su significado cuando actores no estatales pueden comunicarse a través del espacio. La formulación de la política que debe seguirse es menos una cuestión de asignación autoritaria que de negociación y de ajuste entre actores que forman parte de redes complejas y de comunidades políticas muchas de las cuales, son de alcance mundial.

En esta perspectiva, pareciera que lo más importante en la redefinición del concepto Estado, es el hecho de que éste deja de ser el lugar exclusivo donde los diversos aspectos de la política son objeto de mediación e integración. La acción colectiva todavía es necesaria, pero se escapa cada vez más de la jurisdicción del Estado, antiguo custodio del "interés general". Los diversos campos de acción política, entre ellos el económico y el cultural, que antes se formulaban y sustentaban en él, se han autonomizado cada vez más, creando sus propios mecanismos, redes y razones de ser.

Quizás la priorización de lo económico en la sociedad actual, sea el principal "diluyente" de los límites que conducen a la desectorización societal, redibujando el perfil estatal. Esto causa nuevos desafios al Estado. Primero, debilita su capacidad funcional ya que es posible que actualmente el Estado disponga de mejores medios técnicos para acometer complejas tareas políticas, pero sin capacidad de acción colectiva puede que su voluntad sea ineficaz. En segundo lugar, pone en duda todo el propósito de la política como medio de conciliar las necesidades económicas con las sociales y culturales y la nación-Estado como la forma institucional, que no sólo proporciona los mecanismos para esto, sino que también legitima los resultados. En efecto, la subordinación de los asuntos sociales a determinada definición de necesidad económica, concomitantemente con la imposición de medidas de austeridad fiscal y monetaria, quitan legitimidad al proceso político. La ciudadanía misma se ve despojada de gran parte de su significado, generando reacciones populares que abarcan desde la ruptura apática con la política (los jovenes no están ni ahí) hasta la xenofobia. En algunas realidades se exige la restauración del poder del Estado y en otras, se potencian movimientos separatistas y autonomistas.

Para Alain Touraine, (citado en M.Keating, pág. 57) la transformación y el debilitamiento del Estado también amenaza con causar una fragmentación social, provocando una división del mundo social en tres esferas: una esfera de competencia internacional en la cual el Estado aparece aliado con el mundo empresarial o subordinado al mercado internacional, otra esfera de consumo dominada por el individuo y la tercera, una esfera de identidad defensiva. Cada una de ellas puede destruirse a sí misma. Entonces y respectivamente, la búsqueda de competitividad puede entrañar explotación y desigualdad, el consumismo desenfrenado puede destruir el medio ambiente y la defensa de la identidad puede degenerar en racismo e involución. Juntas estas tres disfunciones representan la desintegración de todo proyecto de sociedad.

Hay dentro de cada esfera reacciones políticas e intelectuales frente a estos fenómenos tales como, una retirada hacia un individualismo atomizado, la creación de una nueva política de identidad basada en el género y la etnicidad y la búsqueda de formas de acción cívica colectivas. Con la semiparálisis y la fragmentación funcional del Estado, la sociedad civil se vuelve más importante y necesita dotarse de mecanismos que vinculen diferentes campos políticos, toda vez que la identidad colectiva y la capacidad de movilizar ya no son funciones exclusivas del Estado.

 

6º- CONCLUSIONES.

Retomando las preguntas directrices y tras nuestro análisis, lo primero que destaca es la naturaleza dinámica y voluble del fenómeno de consolidación de la entidad Estado, lo cual hace preveer nuevas adaptaciones hacia el futuro pero difícilmente su desaparición. Posteriormente, es posible esbozar las siguientes conclusiones referentes a la reacción del Estado confrontado a la díadas globalización-soberanía y modernización-reducción de su tamaño.

6.1. Díada globalización - soberanía.

George Sabine estableció un paralelo contingente y actual en relación al ocaso de la ciudad-estado griega y la nación-Estado actual: " la ciudad-estado se enfrentó desde fecha muy temprana de su historia a un dilema político que nunca pudo superar. No podía alcanzar la autarquía en su economía sin adoptar una política de aislamiento y no podía aislarse sin sufrir el estancamiento de su cultura y civilización. Por otra parte si decidía no aislarse, se veía obligada, por necesidad política, a buscar alianzas con otras ciudades, alianzas que no podían tener buen éxito sin disminuir la independencia de sus miembros. El dilema es sustancialmente semejante al que una economía globalizada ha colocado a la nación-estado contemporánea. La nación moderna no puede aislarse ni, por ahora al menos, doblegar su independencia en forma suficiente para constituir una unidad política más viable. Todas las ficciones modernas acerca de la soberanía nacional absoluta unida a la regulación internacional, encuentran su paralelo en las alianzas griegas de ciudades a las que se suponía independientes. "(G. Sabine: págs. 118-119 )

Sin duda hay interpretaciones divergentes de la lógica política de la integración económica continental. Lo primero es que la naturaleza de este nuevo orden todavía no es clara. Para algunos se trataría de una manera de trascender al Estado-nación, la base de un nuevo Estado, la culminación de las tendencias integracionistas y difusionistas a las que se atribuye el mérito de haber creado los Estados actuales partiendo de sus partes componentes. "En definitiva, estas organizaciones continentales representan una forma nueva de orden político en el cual la autoridad se halla dispersa y la soberanía se comparte." (M.Keating. pág. 55)

6.2. Díada modernización - reducción.

Premio Nobel de economía, el neoliberal James Buchanan escribió: "el socialismo ha muerto, el Leviatán está vivo". (Higgs, The Independent Institute, Mayo, 1997) Así se expresaban algunos de los principales detractores de un Estado con exceso de funciones en la década de los ochenta. Acicateados por el paradigma Hayekiano, propusieron jibarizarlo y modernizar su función, dejando al arbitrio del mercado gran parte de sus roles. Esta ideología hizo al Estado el enemigo a vencer, una suerte de "cabeza de turco" que había que extirpar de la nueva sociedad de hombres libres que se proponía fundar.

Por su parte la sociedad civil que fue llamada a llenar el vacío existente, ha demostrado dificultades para asumir tales desafios, especialmente en países que no contaban con aparatos estatales de raigambre liberal y que por tanto, conformaron sus instituciones y actores políticos en el marco de un Estado casi tutelar. Creo que esta corriente ya alcanzó su cénit en la década de los '80 y hoy en día, asistimos a una vuelta del péndulo de la historia, permitiendo una revaloración de la función estatal. Theda Skocpol lo anunciaba ya en 1985: "un giro paradigmático parece estar produciéndose en el campo de las ciencias sociales, un giro que involucra un repensar de los fundamentos del papel del Estado en relación con la economía y la sociedad ". (citada en, Susser,B. pág. 461)

Sin duda no se trata de un regreso a un estatismo redimido, sino más bien como un "aggiornamento" dentro del liberalismo, según lo planteó Juan Gabriel Valdés: "la rebelión contra la idea única del fin de siglo, sólo podrá venir desde dentro de la matriz liberal." ( Valdés, El Mercurio pág.,E4 ) De hecho en países de conformación estatal tan contrastada como son Francia y Gran Bretaña, quizás lo medular del triunfo de Lionel Jospin y su nuevo contrato social para Europa y Tony Blair con su "stakeholder capitalism", se inscriban convergentemente en esta misma línea.( Renewal, págs. 23-32 )

En ambas realidades, así como en muchas otras partes de la aldea global contemporánea, estadistas y ciudadanos comienzan a compartir la idea de que la riqueza plural del ser humano en tanto ser biológico y social, no es compatible con el esquema rígido y excluyente del "homo economicus" que los acólitos del neoliberalismo proclaman urbi et orbe. En los albores del siglo XXI, bien vale la pena parafrasear y decir: el Estado ha muerto, viva el Estado !.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

- Sabine, George H.: Historia de la teoría política. Fondo de Cultura Económica., México, D.F., 1994.

- Leal, Antonio: El crepúsculo de la Política. LOM Ediciones Ltda., Santiago de Chile, 1996.

- Keating, Michael: Naciones contra el Estado. El nacionalismo de Cataluña, Québec y Escocia. Editorial Ariel S.A., Barcelona, 1996.

- Sorman, Guy: El Estado mínimo. Editorial Atlántida. S.A. - Buenos Aires, 1986.

- Revel, Jean-François: El Estado megalómano. Editorial Planeta, S.A., 1982.

- Internet "States against markets. The limits of globalization"- http://www. monde-diplomatique.fr/md/1997/o2/ROGALSKI/7768.html -, bajado 05/04/97 01:46:36

- Internet "La démocratie à l'épreuve de la crise de l'État-nation"- http://www.monde-diplomatique.fr/md/1994/o1/BIHR/55.html-, bajado 05/04/97 02:16:24

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- Gamble,A & Gavin, K.: Stakeholder capitalism and one nation socialism. Renewal, Vol. 4, Nº 1, January 1996.

- Skocpol, T.: Bringing the State back in: strategies of analysis in current research. Citada en: Susser, B.: Approaches to the study of politics. Mac Millan.