EL RETORNO DEL ESTADO

Por Max Larrain

1.- INTRODUCCIÓN.

2.- DESARROLLO DEL TEMA.

2.1. Las diferentes visiones del Estado.

2.2. Nuevas formas de aproximación al estudio del Estado.

2.3. No a la ortodoxia conductista.

2.4. La reacción conductista.

2.5. Los neo-estatistas y los corporatistas.

2.6. Una redefinición del Estado.

2.7. Los Regímenes Burocráticos Autoritarios.

2.8. La autonomía estatal en el marco constitucional.

2.9. Hacia un Estado de profesionales de la decisión.

2.10. Relaciones del Estado con los poderes económicos.

2.11. La conformación de la Política Exterior.

2.12. El Estado y la configuración de la política.

2.13. El Estado y los partidos políticos.

3.- CONCLUSIÓN.

BIBLIOGRAFÍA.

 

I.- INTRODUCCIÓN.

La última década ha visto aparecer un renovado interés por el estudio del Estado por parte de las Ciencias Sociales.

Este interés ha sido de variada índole, que va desde el estudio del Estado como objeto de investigación científico-académica hasta su consideración como actor relevante en el desarrollo presente y futuro de países emergentes.

Con relación a esto último nos parece pertinente reproducir las palabras del señor Ministro de Planificación y Cooperación Roberto Pizarro Hofer en su discurso en Cepal, el 11 de julio recién pasado , cuando se refiere al reposicionamiento del Estado :

"En la década del noventa, la temática del Estado comienza a resituarse con nuevos enfoques y propuestas".

"El Banco Mundial en 1992 en su informe anual, dedica un capítulo para ‘repensar el Estado’, colocando junto a los tópicos característicos de desregulación y privatización, los temas de corrupción y ética pública, gasto militar y equidad". Más adelante agrega : "Es cuestionada la negatividad y carencia propositiva de las teorías neoclásicas, que postulan un Estado mínimo. Modernización estatal pasa a ser sinónimo de reducir, disminuir, privatizar, desregular. En la lógica neoliberal, el Estado no es más que un residuo de las privatizaciones. Una lectura más ajustada a la realidad, demuestra que el Estado ha tenido un papel promotor del desarrollo, como se evidencia en los nuevos países industrializados del sudeste asiático".

El presente trabajo estará basado fundamentalmente en la obra de Bernard Susser, "Approaches to the studies of Politics", específicamente en el ensayo de Theda Skocpol : "Bringing the State Back In : Strategies of Analysis in Current Research".

La metodología de trabajo consistirá principalmente en citar a la autora en forma extensiva, intercalando nuestros propios comentarios, referidos generalmente a la situación en nuestro país.

 

2.- DESARROLLO DEL TEMA.

2.1. Las diferentes visiones del Estado.

Tanto marxistas como liberales pluralistas coinciden en ver al estado como una instancia de arbitraje en luchas generadas fuera de él. Los primeros consideran el resultado de este arbitraje como determinado de antemano, y siempre en favor de los intereses que detentan el poder económico de la sociedad y los segundos negando la existencia de una clase predominante beneficiaria.

Durante el apogeo de la "revolución conductista" , si alguien hubiese insistido en la autonomía del Estado para generar políticas propias, se le habría acusado de cometer un error terminológico y conceptual garrafal.(Susser,p.449).

La visión de la dinámica conductista predominante tendía a considerar al Estado, a lo más como individuos o grupos receptores de demandas y productores de respuestas, sin capacidad para determinar agendas propias.

La década de los ochenta ha sido testigo de una verdadera avalancha investigativa sobre el nuevo rol del Estado. Todas ellas convergen hacia la constatación de un hecho emergente, cual es la centralidad de éste como actor organizativo, potente y autónomo./p>

Theda Skocpol se refiere a esto como un cambio paradigmático que parece estar gestándose en la macrociencia social, un cambio que involucra una nueva forma de pensar el Estado en su rol frente a la sociedad y a la economía. (Ibid, p. 450).

 

2.2. Nuevas formas de aproximación al estudio del Estado.

Esta nueva aproximación, posesiona al Estado como algo más que una mera variable dependiente, o articulador de intereses sociales.

Elites, no necesariamente reclutadas de las clases gobernantes y en algunos casos contrarias a sus intereses, han llevado a cabo profundas reformas políticas.

Recientes investigaciones indican que buena parte de los cambios políticos son iniciados desde "arriba", desde las esferas de gobierno, restando en muchos casos la iniciativa a partidos políticos y grupos de intereses.

La imagen del Estado como ente procesador de demandas de carácter exógeno necesita ser revisada.

La aproximación al estudio del Estado como actor político relativamente autónomo , sin embargo, dista mucho de la antigua concepción jurídico-institucional que centraba al Estado como instancia estática de estudio, perspectiva que , por rechazo, dio origen precisamente a la revolución conductista.

Tampoco se trata de estudiar al Estado como objeto teórico-filosófico. Se trata de estudiar las formas en que éste, como actor central, genera o influye en la estrategia política.

El estudio del Estado como actor autónomo parece insertarse en una corriente más amplia y difusa aun, que intenta retomar el rol de las instituciones y las organizaciones políticas más seriamente, lo que March y Olson describen como "el nuevo institucionalismo". (Susser, p.451).

 

2.3 No a la ortodoxia conductista.

Los que retoman el analisis institucional, se resisten a la tendencia a reducir la política como producto de fuerzas económicas y contextos sociales. La política no es solamente la suma o agregado de conductas individuales, como lo proclama el individualismo metodológico, ni su explicación se extingue con la motivación del cálculo racional del interés individual.

Así se descubre que "las instituciones no son simples reflejos neutrales de demandas generadas por fuerzas externas ni tampoco escenarios de operación de individuos movidos por expectativas y preferencias exógenas" (Ibid.,p.451).

Organismos ministeriales, comités parlamentarios, tribunales y cortes de justicia, siendo arenas en las que se miden fuerzas sociales en contienda, son también, en razón de sus estructuras y procedimientos, actores en sí.

El producto de una negociación política en el seno de cuerpos legislativos está afectado por el proceso mismo de decisión.

Las estructuras institucionales afectan al proceso de decisión de tal modo que el líder político se ve enfrentado a alternativas de elección. Las preferencias no se producen por fuera del proceso institucionalizado. Es más exacto decir que los líderes perciben sus políticas alternativas en términos de la agencia administrativa a traves de la cual la decisión es tomada y luego implementada.

"La justicia en la medida de lo posible", le escuchamos decir a un prominente líder político, no hace mucho.

Los objetivos políticos y sus contenidos se desarrollan en el curso del proceso político mismo más bien que como respuestas a demandas totalmente elaboradas, provenientes del contexto socioeconómico. Es más, la lucha por el poder económico y su consecuencia social, aparentemente un asunto extra-político, tiene un aspecto institucional importante.

Después de todo, quién detenta un cargo público relevante, como, digamos, el Presidente del Banco Central, puede con una medida afectar seriamente la distribución de riqueza y poder.

Considerar a la administración de gobierno como una función dedicada a la distribución y regulación, sin tomar en cuenta el aspecto humano envuelto en ello, significa soslayar una perspectiva importante de la actividad política. No todo en política ha de ser la búsqueda calculada del poder, ni todo ha de medirse en resultados positivos concretos.

En un contexto que se ha habituado a desprestigiar a la actividad política, algunos acostumbrados a la política de resultados pueden sorprenderse al encontrar a muchas personas cuya motivación reside más en la vocación por el servicio público, el ejercicio del derecho a participar y defender sus ideas, que en los resultados mismos.

 

2.4 La reacción conductista.

Esta nueva corriente "estatista" tiene, desde luego, sus detractores. Entre los más prominentes se encuentra Gabriel Almond, la figura más ligada al estructural-funcionalismo en ciencia política. Desde luego Almond niega que la aproximación conductualista a la definición del Estado sea reduccionista, como argumentan los neo-estatistas. A partir de una perspectiva muy característica del conductismo, manifiesta que si el término Estado ha de ser significativo y operacional, necesita ser rigurosamente especificado.

El Estado, dice Almond, es un agregado de muchos elementos diferenciados que comprende burocracias, tribunales, ejércitos, parlamentos, medios de comunicación, grupos de intereses, partidos, etc.. ¿Cómo pesar todos y cada uno de estos elementos cuando nos referimos a la actividad del Estado? Lo que el Estado es depende de cual medida se utiliza para analizarlo. Los estatistas, concluye Almond, han introducido una fraseología ambigua allí donde había un lenguaje riguroso.

2.5 Los neo-estatistas y los corporatistas.

Hacia fines de los años setenta, junto con el nacimiento del movimiento neo-estatista nacen también los corporatistas. Ambos movimientos conceden al Estado una independencia con respecto a las clases o grupos de intereses. Consideran a sus mayores opositores teóricos como provenientes de corrientes liberales pluralistas y marxistas y sin embargo, aquellos no consideran su posición como radicalmente divergente de la de éstos, sino más bien entienden su objetivo como la ampliación, actualización y sintetización de las aproximaciones presentadas por sus precursores liberales y radicales.

Mientras los estatistas focalizan al Estado mismo como palanca de cambio y generador de iniciativa, los corporatistas se ocupan más de la relación existente entre la organización institucional del Estado y las organizaciones institucionales de intereses sociales y económicos.

Si los marxistas son demasiado proclives a entender las acciones del Estado exclusivamente como manifestaciones de intereses materiales dominantes, los pluralistas son igualmente reticentes a entender al Estado como escenario de procesos de grupos de intereses.

Para los corporatistas, el Estado y los cuerpos que representan intereses sociales han llegado a ser cada vez más interdependientes en las últimas décadas. En otras palabras, un proceso de incorporación ha tenido lugar en donde el Estado y las instituciones de intereses sociales y económicos actúan concertadamente.

Se verifica entonces una creciente interacción entre autoridades de gobierno y los intereses organizados en el perfilamiento de las decisiones políticas. Los líderes de grupos de intereses son cada vez más integrados a la maquinaria gubernamental. Puesto de otra manera, los grupos de intereses pasan a ser socios del Estado en la dirección de los asuntos públicos. La interdependencia pasa a ser mutua.

La concentración del poder económico en grandes firmas y sindicatos o gremios casi oligopólicos, la creciente interdependencia entre las diferentes partes del sistema económico, las probabilidades de daños de gran escala en la eventualidad de un mal funcionamiento técnico o financiero hacen indispensable tanto la presencia como la intervención y regulación del gobierno.

Sin embargo, los poderes de los intereses a ser regulados pueden ser tales que las agencias del Estado pueden ver limitadas sus capacidades para imponer estándares o políticas que lleguen a ser muy objetadas por los regulados. Pensemos solamente en el gremio del transporte público en la Región Metropolitana. Sin la cooperación de los grupos de intereses se hace difícil implementar políticas en forma exitosa. Pero, por otra parte, para un sector de intereses en particular , le es difícil sino imposible capturar al Estado para sus exclusivos propósitos. Emerge de esta forma un proceso de negociación entre los diferentes grupos, en que el Estado se constituye en el garante coercitivo de los acuerdos firmados.

Mientras grupos de intereses secundarios, por ejemplo, los pequeños y medianos empresarios, pueden retener su carácter pluralista y competitivo, los grupos de intereses claves tienden a manejarse a través del proceso de corporatización o negociación descrito. Marxistas tenderán a considerar estos grupos claves como ligados a la clase económica gobernante, mientras que verán a gremios o sindicatos como grupos subordinados y sin poder. Los pluralistas, por su parte, se negarán a admitir la existencia de ciertos grupos beneficiarios del proceso político. Argumentan que tanto capital como trabajo son poderes equivalentes que se balancean uno al otro en la arena gubernamental.

Para los corporatistas, estos grupos ni se contrapesan ni tampoco son identificables con determinadas élites económicas. Estos grupos claves tienden a consensuar. Tanto capital como trabajo tienden a tomar responsabilidad conjunta en la dirección de la producción. No son ajenas las negociaciones tripartitas en la que los participantes negocian y llegan a acuerdo, en estos casos.

Lo que los corporatistas intentan describir, es un sistema político en el cual los grupos de intereses se organizan y se relacionan con el Estado de una nueva manera, la cual difiere notablemente de las concepciones estándares capitalistas y socialistas.

La imagen de un arreglo entre grupos de intereses y estado pareciera irreconciliable con el ideal liberal democrático. Pareciera peligrosamente cercano a una "élite de poder" capaz de controlar al gobierno, dado su fácil acceso a las posiciones de poder y la aparente facilidad para concertar acuerdos . No obstante, los corporatistas/estatistas consideran que el sistema se garantiza por la improbabilidad de cohesión entre los diversos grupos en uno sólo y por la independencia entre dichos grupos y la base de sustentación popular del gobierno. (Susser, p. 453-455).

2.6. Una redefinición del Estado.

Ahora que los investigadores y cientistas políticos dedicados al estudio comparado están redescubriendo la importancia del Estado, no es de extrañar que las antiguas definiciones dadas por los clásicos Max Weber y Otto Hintze, estén también resurgiendo.

Weber define al Estado como asociaciones que exigen el derecho sobre el control de un territorio y sobre los habitantes que hay en él. Las organizaciones administrativas, legales, extractivas y coercitivas representan la esencia del Estado. Alfred Stepan reformula esta definición weberiana de la siguiente manera :

"El Estado debe ser considerado como algo más que ‘gobierno’. Es una serie de sistemas administrativos, jurídicos, burocráticos y coercitivos que intentan no sólo estructurar las relaciones entre la sociedad civil y la autoridad pública sino que también intenta estructurar muchas de las relaciones claves en el seno mismo de la sociedad civil". (Skocpol, cit. Susser,p.462).

Esta perspectiva weberiana nos hace ver al Estado como algo más que una mera arena en la que los grupos sociales representan sus demandas y se traban en luchas políticas o compromisos.

Una definición restrictiva de autonomía estatal sería la capacidad de un Estado para formular políticas y perseguir objetivos que no sean simples repuestas a demandas de grupos, clases o de la sociedad en su conjunto.

La pregunta que surge es porqué y cómo el Estado formula y persigue sus propios objetivos.

La relación que establece un Estado con el entorno transnacional y su inserción en un mundo cada vez más interdependiente pueden llevar a los conductores políticos a establecer estrategias transformadoras a pesar de la indiferencia e incluso la resistencia de fuerzas sociales con cierto peso político. Las decisiones de incorporación a mercados regionales, pueden ser un ejemplo de esto.

Análogamente, en el ámbito interno, la necesidad básica de mantener el control y el orden pueden gatillar iniciativas de reformas generadas en el interior del aparato, con el propósito de evitar la coerción directa. Por ejemplo, las reformas a la Justicia en Chile, si bien es cierto que obedecen a un planteamiento programático de la Concertación, no es menos cierto que en la generación de las iniciativas está el sello de la Ministro de Justicia.

2.7. Los Regímenes Burocráticos Autoritarios.

Para el caso extremo de la acción estatal autónoma, Theda Skocpol cita el trabajo de investigación de Alfred Stepan y Ellen Kay Trimberger, en el que se explica cómo élites estratégicas utilizan a la fuerza militar para tomar el control de un estado nacional y luego aplican medios burocráticos para imponer cambios reformistas o revolucionarios desde la cúpula. (Skocpol,p.464).

En otra obra, Stepan investiga los casos en que élites estatales en Latinoamérica instalaron regímenes corporativos, en el que el elemento clave fueron grupos de servidores públicos emplazados estratégicamente en la organización estatal y que poseían una unidad de propósito ideológico acerca de la posibilidad y conveniencia de la intervención estatal para asegurar el orden político y promover el desarrollo económico nacional. ( Ibid.).

Sin duda Stepan se refiere a lo que Guillermo O’Donnell llama Regímenes Burocráticos Autoritarios.

Stepan hace hincapié en la socialización previa de lo que él denomina los "nuevos militares profesionales", oficiales de carrera que participaron en cursos de entrenamiento en los cuales las materias incluían técnicas e ideas para el planeamiento de la economía nacional y contrainsurgencia, junto a otras materias técnicas militares tradicionales. Subsecuentemente estos militares profesionales instalaron regímenes corporatistas en respuesta a lo que ellos percibieron como crisis del orden político y del orden económico nacional.

En estos casos se usó el poder del Estado para implementar reformas socioeconómicas.

 

2.8. La autonomía estatal en el marco Constitucional.

Si bien Stepan y Trimberger, entre otros, estudiaron casos de autonomía estatal en instancias no-constitucionales, algunos académicos han investigado acerca de esta autonomía en el marco de regímenes democráticos liberales como Gran Bretaña, Suecia y Estados Unidos.

Hugh Heclo, por ejemplo, realiza un estudio comparado entre los dos primeros países, acerca de políticas sociales, y aunque no es el propósito explícito del libro, este gira alrededor de la contribución autónoma del Estado en la producción de políticas sociales. Lo importante a destacar aquí es que no se trata de actos de coerción y dominación, sino que simplemente del trabajo intelectual de administradores públicos dedicados a diagnosticar problemas sociales y a encontrar soluciones técnicas adecuadas. Es un ejemplo que demuestra que no toda la formulación de políticas es un biproducto del juego de poder y conflicto. En los casos señalados, Heclo ha podido demostrar el efecto directo o indirecto de los servidores públicos en el contenido y desarrollo de las políticas gubernamentales.

 

2.9. Hacia un Estado de profesionales de la decisión.

Si se analiza la composición del gabinete actual en nuestro país, buena parte de los ministros acompañan en su curriculum una capacidad técnica además de su carácter político, mientras que todos o casi todos los subsecretarios son de alta calificación técnica. Es posible que esta exigencia esté relacionada con la necesidad de dotar a la conducción política de herramientas de conocimientos para un control y dirección más eficaz de la burocracia estatal, en un contexto en que la decisión política se hace cada vez más compleja y tecnificada.

La formulación de objetivos autogenerados en el seno de organismos estatales, se hace tomando en consideración los medios que se tienen disponibles. Estos medios lo forman fundamentalmente, los recursos económicos y el recurso humano, el que debe constituirse por servidores públicos calificados y leales. Para todo Estado es, desde luego, un gran desafío el competir con la empresa privada en la obtención del recurso humano. La condición ideal se produciría con un flujo regular de graduados universitarios de élite, incluyendo muchos de ellos con entrenamiento técnico de alta calificación, para que sigan una carrera funcionaria que les otorgue status y prestigio, pero que al mismo tiempo sea bien remunerada, para evitar el éxodo hacia el sector privado.

 

2.10. Relaciones del Estado con los poderes económicos.

Un estudio acabado de las capacidades del Estado no se agota con el exámen de los recursos que este pueda tener para enfrentar y resolver problemas. Es también muy necesario analizar las relaciones que el Estado establece con un entorno socioeconómico y político en el que se mueven diversos actores, cada cual con sus particulares intereses y recursos.

Bajo esta perspectiva, se trata de investigar el poder que el Estado tiene sobre los actores o estructuras tanto domésticas como transnacionales, especialmente aquellos actores económicamente dominantes. Qué capacidad tiene el Estado para modificar el comportamiento o bien, dado el caso, para oponerse a las demandas de tales actores, o ser capaz de transformar estructuras recalcitrantes.

En el caso histórico chileno de la nacionalización del cobre, el Estado debió entablar una lucha frontal con poderosas multinacionales. La voluntad política consensual alrededor del tema permitió al gobierno chileno implementar la medida, pero, como ya sabemos, los afectados " pasaron su cuenta". Es un caso paradigmático.

Afortunadamente, el fenómeno de la globalización que caracteriza a esta época permite la diversificación de la inversión proveniente del extranjero, impidiendo la dependencia desde una sola fuente.

A mi juicio, el estudio de estas relaciones cobra relevancia cuando se trata del tema ambientalista, en el que poderes económicos domésticos y transnacionales pueden tener intereses que estén en contraposición con la intención estatal de implementar políticas de desarrollo sustentables. Esta es un área que presenta la oportunidad para desarrollar temas académicos de investigación que permitan desentrañar la complicada madeja de los llamados "poderes fácticos", o bien tema para el periodismo investigativo serio, como contribución hacia la conformación de una sociedad más transparente y democrática.

2.11. La conformación de la Política Exterior.

Otra aproximación al estudio de las capacidades del Estado puede diferir un poco respecto de la anterior, en el sentido de que el objeto de la explicación no se centra en el poder del Estado sobre los actores no-estatales, sino, de una manera más amplia, a la capacidad de la estrategia nacional para manejar la interdependencia en un mundo de economía capitalista.

Peter Katzenstein, en su libro "Between Power and Plenty", plantea que "los actores en la sociedad y el Estado que influyen en la definición de los objetivos de la política económica exterior están compuestos por grupos de intereses y grupos de acción política. Los primeros representan las relaciones de producción ( incluyendo industria, sector financiero, comercio, trabajadores, y sector agrícola) ; los segundos se derivan de la estructura política (fundamentalmente de la burocracia estatal y de los partidos políticos). Las coaliciones gobernantes en cada uno de los estados industrializados avanzados encuentran su expresión institucional en verdaderas redes de diseño de políticas (policy networks) , en las que convergen el sector público y el privado con el objeto de implementar la política exterior." (Skocpol,cit. Susser,p.476).

Katzenstein argumenta que la definición e implementación de las políticas económicas hacia el exterior emanan del nexo entre Estado y Sociedad. Tanto los objetivos del Estado como los intereses de grupos o clases poderosas pueden influir en las orientaciones de la política nacional (national policy).

La implementación de las políticas son perfiladas no sólo por los instrumentos políticos de que dispone el Estado, sino que también por el apoyo organizado que recibe desde grupos claves de la sociedad. (Susser, p. 476).

Lo anterior se puede reafirmar con las palabras del Ministro de Planificación y Cooperación Roberto Pizarro, en su discurso en Cepal el pasado 11 de julio : "El sector empresarial sin duda estará de acuerdo en estudiar mercados a futuro y proyectar una expansión estratégica en el escenario internacional. Y así también es posible concordar con que el Estado juega un rol central, no sólo en operativizar acuerdos comerciales, sino en promover la internacionalización de la economía, en vinculación con el sector privado".

"Pero así también se puede visualizar un nuevo vínculo creador entre el sector público y privado para actuar preventivamente en estas zonas críticas, sobre el análisis prospectivo, planificación y gestión estratégica del sector público y privado".

2.12. Estado y la configuración de la política.

A esta altura del presente trabajo hemos visto al Estado como capaz de implementar políticas y estrategias. Los cientistas sociales, especialmente los no-marxistas, se refieren a éste como un actor cuyo accionar independiente debe tomarse mucho más en cuenta en la formulación de políticas y en el cambio social, que lo que hasta ahora se ha hecho,

Sin embargo, Theda Skocpol también apunta al estudio de otra forma de impacto sociopolítico del Estado, es una aproximación que ella denomina "Tocqueviliana". En esta perspectiva el Estado tiene una importancia que arranca de su propia configuración organizacional, la que junto a su forma de accionar, afecta a la cultura política, puede alentar la formación de determinados grupos de cierto accionar político y al mismo tiempo inhibir otros y además poner en agenda ciertos temas políticos y desperfilar otros. (Susser, p.478). No obstante, es importante aclarar, que este es un efecto no intencionado. Tocqueville argumenta que los origenes de la Revolución Francesa estan ligados a la forma como la propia monarquía absolutista, a través de su estructura institucional y sus prácticas políticas, sin intención minó el prestigio y la capacidad política de la aristocracia y provocó la acción tanto del campesinado como del Tercer Estado urbano y de la intelligentsia. (Ibid.).

La influencia que ejerce el Estado, dada su estructura y actividad, en la cultura política, varía, desde luego de Estado a Estado. Por ejemplo, no es de extrañar que el europeo continental piense en el ejercicio de la soberanía como algo que reside en las instituciones de la administración centralizada, mientras que los británicos la asocien con los partidos políticos actuando en el seno del parlamento y los norteamericanos la identifiquen con la Constitución y la Ley. En Estados Unidos podría sintetizarse a la política como la lucha para transformar los intereses económicos y sociales en una ley. La cultura política norteamericana define al poder político como la capacidad para lograr aprobar una ley. (Ibid.,p.479).

Las formas de acción colectiva mediante las cuales los grupos hacen sus demandas políticas o bien las formas en que los líderes políticos buscan apoyo, son, en buena medida, determinadas por las estructuras y las actividades del Estado.

Robert Salisbury y Graham K. Wilson coinciden en que la estructura federal del Estado norteamericano, la importancia de las unidades de representación geográfica, la existencia de partidos políticos no-programáticos, la importancia del Congreso y sus comités especializados, en fin, todo esto que implica un sistema de gobierno compartido, genera una suerte de especialización y competencia entre los diferentes grupos de intereses y por lo tanto los hace incapaces de actuar en forma concertada. Esto hace poco factible una influencia exclusiva de las corporaciones sobre el Estado. (Skocpol, cit. Susser, p.481).

El régimen presidencial reforzado y la administración centralizada en Chile, pueden conducir, precisamente al resultado contrario, es decir, que las estructuras del Estado y su modalidad de acción, faciliten la influencia de grupos poderosos en la toma de decisiones.

2.13 El Estado y los partidos políticos.

Las estructuras y formas de acción estatales influyen también en la forma de acción de los partidos políticos. Si se establece una tradición de burocracia estatal compuesta mayoritariamente por funcionarios de carrera de origen universitario, puede haber poco espacio para el patronazgo político, y los partídos políticos buscarán apoyo mediante la oferta programática o ideológica.

En el caso de ausencia de una burocracia estatal profesionalizada, los partidos políticos buscarán el patronaje y la distribución de bienes públicos para ganar adeptos. Históricamente esta ha sido la tendencia más recurrente en el caso chileno, no obstante esto ha ido cambiando en el curso de este siglo, para dar paso a una presentación programática e ideológica por parte de los partidos políticos. No obstante, el régimen prebendario aún subsiste.

Martin Shefter, a través de un estudio histórico-comparado, muestra la influencia de las estructuras administrativas del Estado sobre los objetivos y

formas de organización que adoptan los partidos políticos, los cuales median entre los cargos públicos, por un lado y el electorado por el otro.

Shefter no ve a los partidos políticos como meros vehículos de las preferencias sociales. Son también organizaciones destinadas a obtener y usar la autoridad del Estado, organizaciones que desarrollan sus propios intereses y estilos de trabajo.

Las estructuras de la administración pública, junto a las organizaciones partidistas son las que en gran medida determinan los temas políticos que se incluyen (o se excluyen) de la agenda política de la sociedad. (Skocpol, p.482).

3.- CONCLUSIÓN.

En el presente trabajo hemos visto cómo una nueva forma de ver y estudiar el Estado ha emergido en el último tiempo: el Estado en su función de actor político relativamente autónomo, no como la antigua concepción jurídico-institucional, ni como mero procesador de demandas exógenas, tampoco como objeto teórico-filosófico de estudio.

Se trata de un enfoque que posesiona al Estado en una función más ligada a nuestra realidad que a la perspectiva de la teoría neo-liberal del Estado reducido. Un Estado promotor del desarrollo, en condiciones de regular, concertar y orientar el crecimiento de la economía y al mismo tiempo capaz de compensar las falencias del mercado sin distorsionarlo.

"Cuando los países de América Latina se proponen armonizar democracia política con crecimiento económico y equidad social, están planteando un desafío novedoso". (Norbert Lechner).

"Planificar significa preocuparse de la calidad de vida y para eso necesitamos un Estado más activo, capaz de regular. Pero aquí los sectores neo-liberales y de oposición rechazan este planteamiento". (Min. de Plan. y Coop. al diario La Epoca).

También hemos dado cuenta del surgimiento de nuevos estudiosos del Estado, los neo-estatistas y los corporatistas.

Con relación a una forma extrema de autonomía estatal, hemos citado a los regímenes burocráticos autoritarios.

Vimos también ejemplos de autonomía estatal en el marco constitucional.

Repasamos las formas en que el Estado se relaciona con los poderes económicos y cómo se conforma la política exterior en este aspecto.

Se presentó una teoría de cómo las estructuras y la actividad del Estado puede llegar a configurar la política .

Finalmente se revisó al Estado en su relación con los partidos políticos.

Este trabajo se basó en la obra de Bernard Susser : "Approaches to the Studies of Politics", específicamente en el ensayo de Theda Skocpol : "Bringing the State Back In : Strategies of Analysis in Current Research".

La metodología de trabajo consistió principalmente en citar a la autora en forma extensiva, intercalando nuestros propios comentarios, generalmente referidos a lo aplicable a la situación chilena.

Se ha preferido este método, de concentración en un sólo autor, en primer lugar por razones de continuidad en el tratamiento del tema , en segundo lugar por considerar esta monografía más como un paper que como trabajo de investigación, con inclusión de hipótesis y en tercer lugar porque el ensayo de Skocpol cubre aspectos tan interesantes, por lo que se hacía difícil dejar fuera alguno de ellos.

BIBLIOGRAFÍA.

Bernard Susser. "Approaches to the Studies of Politics". Chapter Ten.

Theda Skocpol. "Bringing the State Back In : Strategies of Analysis in Current

Research". Reimpresión autorizada en "Approach to the

Studies of Politics" de Bernard Susser. Texto original de la

obra "Bringing the State Back In" de P. Evans,D.

Rueschmeyer y T. Skocpol. Cambridge University Press. 1985.

Norbert Lechner. El debate sobre estado y mercado. Flacso. Santiago.1992.

Roberto Pizarro H. Planificación y Estado en el contexto actual". Discurso del

Ministro de Planificación y Cooperación en Cepal. Stgo. 1997.

Diario "La Epoca". Entrevista al Ministro de Mideplán. 13 de julio de 1997.