¿Fracasó la Tercera Vía?

por Max Larrain


Hace algunos dias apareció en el semanario Qué Pasa un interesante artículo de Daniela Santelices y Juan Ignacio Brito, titulado "El ocaso de la Tercera Vía".

Aunque no conozco en detalle la política actual en Inglaterra, me parece muy sospechoso que Tony Blair , por un lado encabece un movimiento disidente del neoliberalismo -la llamada Tercera Vía entre éste y la socialdemocracia tradicional- y por otro lado sea un incondicional de Estados Unidos en la imposición de un proyecto de globalización anglosajón -como lo define el Profesor John Gray de la London School of Economics- cuyos fundamentos se plantearon en el llamado Consenso de Washington. Este acuerdo, que se fraguó a mediados de los años 80s, es conocido también como el Consenso Neoliberal o Agenda Neoliberal. A partir de entonces el FMI y el Banco Mundial se constituyeron en los principales ejecutores de tal agenda.

No es de extrañar que los planteamientos de la Tercera Via aparezcan ambiguos. Blair, su principal impulsor, es también un ortodoxo en materias de aplicación del modelo neoliberal, salvo algunas reformas más bien cosméticas que dicen relación con la ampliación de la participación democrática (devolution) y probablemente algunas políticas con efectos sociales.

Es muy posible que estemos frente al fenómeno conocido como "gatopardismo", esa filosofía que se expresa en la frase : "es necesario que las cosas cambien para que todo siga igual", como decía el noble italiano conservador en la novela de Giuseppe De Lampedusa. En este caso, aplicado con el propósito de preservar el legado del "Thatcherismo". Es decir, se trata de efectuar ciertos cambios necesarios en el sistema instaurado por la "Dama de Hierro" para que este mantenga su legitimidad. Si alguien ve alguna semejanza con nuestra historia nacional reciente, no es pura coincidencia.

Sea modelo neoliberal, tercera via o estado de bienestar socialdemócrata, se trata en todo caso de esquemas forzados desde arriba, desde las élites de poder, de aquí que la gente se mantenga en general fría y escéptica respecto de la política.
Sigue primando el criterio ideológico fáctico: democracia sólo en lo que atañe a la competencia electoral, el resto lo deciden las minorías que detentan el poder.
De aquí que no hay tal "fin de la historia" y "ocaso de las ideologías", como se ha afirmado. La que domina actualmente es una tan holística y totalizante como lo fueron el marxismo-leninismo o el fascismo en su oportunidad -afirma John Gray.
La doctrina neoliberal parece haber sido mandada a hacer "a la medida" por los poderes económicos transnacionales, por los "Bildebergers". No faltaron los economistas-filósofos que, como "ghost-writers", les escribieron el sustento filosófico necesario: Hayek, Friedman, Buchanan, Fukuyama, etc. Estos filósofos, sacando a Adam Smith de contexto, nos han tratado de convencer de que el egoísmo es bueno: "construye hospitales". Que la justicia social es una patraña: un atavismo ancestral. Que mucha democracia puede ser dañina. Que la libertad y la igualdad son dos conceptos contrapuestos y no complementarios: "Mire que vamos a ser iguales indios ignorantes y gente como uno". Que la explotación no es tal: es una bendición con tal de tener un trabajo. "¿No vé que hay tanto pobre diablo cesante?", "Dése con una piedra en el pecho". Que en el mundo escasean los bienes y por lo tanto "tiene que haber gente rica y gente pobre", decir lo contrario es venir con ese viejo discurso comunista. "Mire, en lo que terminaron". Que mientras más ricos sean los ricos, mayor es la probabilidad de que nos chorree algún beneficio, por lo tanto la consigna es: "a crecer, a crecer sin transar". Que la tributación apunta precisamente a lo contrario. Que hay que terminar con tanta regulación y tanta traba para hacer un buen negocio. Que hay que reducir los derechos laborales. Oh!, "perdón, ¡borra eso!". Que hay que "flexibilizar las leyes laborales".

En fin, yo creo que los discursos y las racionalizaciones deben ser muy parecidas en todos los países donde se ha querido imponer el modelo.

Si es cierto que la Tercera Via ha fracasado, como lo afirman los autores del artículo, probablemente no sea porque la idea central de "humanizar el modelo" sea equivocada, sino más bien porque sus impulsores no han logrado suficiente credibilidad. Cualquiera sea el caso, esto ha servido como una excusa para los neoliberales -"perdón, otra vez", "quiero decir, los liberales"- en orden a ocultar su propio fracaso. Ahora podrán decir que no es el esquema neoliberal el que ha fallado, sino que la Tercera Via. "Y nosotros les dijimos". "Si nuestro modelo no se impone en un 100% de su doctrina, si no se privatiza todo, si no se terminan con las regulaciones y los impuestos, si no se 'libera' el mercado laboral, no respondemos por los resultados". Y como es imposible que una utopía se aplique 100%, "jamás responderemos por sus resultados".


Marzo 2.002