LIBERALISMO HAYEKIANO

por Enrique Fernández M.

Afirma Modesto Collados: tres grandes doctrinas sociales y políticas han orientado el destino de las sociedades humanas al final del siglo XX. Ellas son el liberalismo, el socialismo y la doctrina conservadora... y la idea liberal, en definitiva, se impuso como solución en la economía y en los progresos sociales.1

Exposiciones como esta forman parte de una contumaz intención, de parte de muchos de quienes participan hoy por hoy de la implantación de la ideología conocida como neoliberalismo, para convencernos que sólo hay un liberalismo, del cual mantienen celosamente su esencia y constituyen sus genuinos representantes. F.A.von Hayek, el gurú de estos peculiares liberales, instruyó convenientemente acerca del uso del lenguaje como arma esencial en la vehiculación de una ideologia 2

La deliberada simplificación de Collados es falaciosa, pues pretende agrupar bajo un mismo techo posturas doctrinarias que si bien mantienen en común algunos aspectos, difieren como diría el profesor John Gray, agonísticamente en otros muchos acápites de trascendental importancia. De tal forma, resultan inapropiadas y tergiversantes, tanto la denominación de "neoliberalismo" que se ha difundido en el mundo hispano parlante, así como de "nueva derecha" ( new right ), que se hace en el mundo anglo sajón. Lo correcto y más aún, intelectualmente honesto, es hablar de liberalismo hayekiano.

De la matriz liberal derivan concepciones liberales de la sociedad que presentan sustantivas diferencias. Del radicalismo filosófico de Jeremy Bentham y Lord Acton, de Adam Smith y David Ricardo al liberalismo modernizado de John Stuart Mill y T.H. Green, de los siglos XVIII y XIX. El liberalismo del siglo XX, el de John Rawls, el de Isaiah Berlin y Joseph Raz hasta el liberalismo de F. Hayek, enraízado en las visiones y conceptos epistemológicos de L. von Mises y Karl Popper.

Pareciera que lo acaecido durante la segunda mitad del siglo XX, el fracaso de los llamados socialismos reales, la crisis del estado benefactor europeo de raigambre keynesiana y la primacia del modelo de capitalismo globalizado norteamericano, revivió la atracción que las palabras liberal y liberalismo han desde antaño ejercido en el ámbito de la filosofía y economía política.

En Chile muchos reclaman ser los legítimos herederos del liberalismo. Se establecen tipologías de liberales escépticos y liberales no escépticos. Se discute la sinonimia con términos como, pluralismo, tolerancia, relativismo moral o bien la asimilación excluyente a uno de los componentes de la díada público-privado. En síntesis, deviene un "catch all concept".

De la acerba crítica a la economía socialista, centralmente planificada, continuose con la descalificación de la economía keynesiana a causa de sus excesos y despilfarros en sociedades post-escasez como la británica. Hayek y su principal discípulo , Milton Friedman, plantearon la superación de estos "anacrónicos"modelos, via implementación de una doctrina económica neoclásica, fundamentada en un estricto control de la inflación mediante políticas monetarias generadas por bancos centrales autónomos.

Desde la atalaya universitaria de Chicago, se propugnó un modelo de crecimiento económico mercantilista, enfocado hacia la producción y/o exportación de materias primas o manufacturas, cuyas ventajas comparativas de extracción o generación les hacen competitivas en un mercado mundial hipotéticamente abierto a todos. Los conceptos, trabajo, empleo, plena ocupación, se subsumieron en la fria terminología "mercado laboral", éste último desregulado y flexible. Libertina más que libre circulación de capitales, luz verde a la especulación financiera y al máximo rédito del capital, sea éste obtenido lícitamente o no y a costa de profundas disgregaciones del tejido social.

Quienes contemporáneamente gustan llamarse liberales y cuyos adversarios tildan de neoliberales, son ciertamente discípulos de Hayek y de su muy particular interpretación de la esencia liberal, a partir de la economía concebida como ciencia exacta o dura. Con Hayek, el liberalismo decimonónico perdió su inherente conexión con la política y se centró excluyentemente en la virtud de una supuesta ciencia económica para definir las pautas sociales. Se prioriza como elemento de análisis social al individuo consumidor, que elige o escoge racionalmente, relegando a la política y al régimen democrático a meros componentes subsidiarios del mercado.

El régimen político democrático, es sólo uno más entre otras formas de gobierno, no siendo consustancial al bienestar económico de una sociedad. La política es una práctica vilipendiada y viciosa. Esta postura propia del liberalismo de la Inglaterra del siglo XVII, cree que el mercado es la forma primaria de sociabilidad entre los seres humanos y guarda, en consecuencia, una fuerte sospecha hacia el Estado puesto que cree que la libertad es una propiedad intrínseca de los seres humanos, una condición natural que el Estado amenaza.3

Se funda una visión holística de la sociedad, la ideología hayekiana, centrada en el individuo y su capacidad de elección racional, individuos que deben interactuar sin trabas en el marco de una entelequia llamada "mercado", marco que se presupone es valóricamente neutro al admitir que sólo la astucia y tenacidad del individuo son los factores que determinan su éxito o fracaso. La sumatoria de lo actuado egoístamente por cada miembro de una sociedad redundará en mayores beneficios para todos que lo que se pudiere obtener gracias a beneméritas intervenciones estatales.

Se desechó la validez del colectivismo metodológico como herramienta de análisis social y se le reemplazó por el individualismo metodológico. Este método desconoce lo colectivo o el conjunto como susceptible de analizarse, algo distinto que la simple sumatoria de sus componentes. De modo excluyente plantea, que sólo el comportamiento individual permite explicar el comportamiento del conjunto, negándole a éste último, características de entidad autónoma. Una famosa exponente del liberalismo versión Hayek, la baronesa Margaret Thatcher, lo resumió elocuentemente: No existe la sociedad, sólo existen los individuos.

El respeto a la tradición, propio del conservadurismo y antagónico del liberalismo, tiene cabida en el peculiar liberalismo hayekiano al considerar al mercado fruto de un sabio e impoluto mecanismo evolutivo. De modo similar, Hayek concibe a la Ley como el resultado de un sistema de convenciones que se acrecienta por acumulación histórica.

Todos los intentos del ser humano por regular o construir modelos de sociedad para mejorar, dentro de ella, la calidad de la existencia humana han fracasado. Sólo el espontáneo Mercado permanece y se yergue victorioso ; el libre juego de la Catalaxia, la "mano invisible". Se llega a afirmar que el libre mercadismo actual es fruto de un desarrollo autogenerado.

De este modo, vemos que el liberalismo hayekiano está atravesado por una profunda contradicción. Por una parte, una ligazón conservadora con formas sociales heredadas y por la otra, un compromiso liberal - propio de la Ilustración - con el progreso sin fin. Surge entonces la explicación para una suerte de aparente incongruencia entre quienes son los discípulos de Hayek: en lo económico lo más cerca del "laissez-faire", en lo "valórico" un profundo inmovilismo y plena pleitesía a la tradición.

Los liberales hayekianos, se dicen partidarios de una sociedad de hombres libres pero desconfían de los métodos y procedimientos de la democracia representativa. Prefieren el despotismo. Lo conciben y ejercen desde una secreta cofradía, La Sociedad Mont-Pélèrin, fundada por Hayek y rotulada de multidisciplinaria, no confesional y apolítica. En ella son admitidos sólo por invitación los más selectos "liberales" del orbe. Carlos Cáceres y Alvaro Bardón, son algunos de los pocos miembros chilenos de tal hermandad.

Los escogí y no fue por simple casualidad. Grafican perfectamente la peligrosa dicotomía antidemocrática que subyace en el liberalismo hayekiano. Alvaro Bardón, partidario de legalizar el consumo de todo tipo de drogas para así acabar, mediante la imparcial sapiencia del mercado, con la lacra del narcotráfico. Carlos Cáceres, "consiglieri" político preeminente del régimen pinochetista y detractor del sufragio universal en el marco de las comisiones legislativas que engendraron la Constitución Política de 1980.

1 Modesto Collados: La contribución de Popper al liberalismo. revista CEP, nº78, Otoño 2000, pág.316.
2 " Se fuerza a las gentes a transferir su devoción de los viejos dioses a los nuevos so pretexto de que los nuevos dioses son en realidad los que su sano instinto les había revelado siempre, pero que hasta entonces sólo confusamente habían entrevisto. Y la más eficiente técnica para esta finalidad consiste en usar las viejas palabras, pero cambiar su significado. Pocos trazos de los regímenes totalitarios son a la vez tan perturbadores para el observador superficial y tan característicos de todo un clima intelectual como la perversión completa del lenguaje, el cambio de significado de las palabras con las que se expresan los ideales de los nuevos regímenes ". Friedrich A. Hayek: Camino de Servidumbre. Alianza Editorial. Madrid, pág. 196, 1995.
3 Carlos Peña: Un análisis a fondo sobre el Liberalismo en Chile. El Mercurio, 16, Abril, 2001, C-2.
GRUPO PROPOLCO

Mayo, 2001.