PRACTICANTES DE LA CIENCIA LÚGUBRE

por Enrique Fernández M.

" La economía es algo demasiado serio
para que la maneje un economista."

Ricardo Lagos Escobar.

El desafuero del vitalicio, el partido Chile-Brasil, el contexto histórico, etc., sobran los distractores para quienes "manejan" la agenda informativa. Pan y circo desde siempre para que la plebe disfrute y se refocile. Los pilares fundamentales del sistema político y económico, incólumes e incuestionables, materia de reflexión y discusión de algunas castas que poseen el Saber... Estrechos círculos de expertos, hombres neutros, técnicos situados por encima de la "transaca politiquera", compartiendo el orgullo de ser científicos impolutos. Una sola ciencia económica, "con un enorme campo de consenso técnico que permite desideologizar la discusión de medios para obtener determinados objetivos", consustancial a la democracia Hayekiana: las decisiones del ámbito económico son del mismo talante que las cuestiones morales. No son susceptibles de regirse mediante la decisión de una mayoría, intrínseca y prejuiciosa desconfianza por la política y la democracia representativa.

Sin embargo, soplan vientos turbulentos para la economía, en su atávico anhelo de constituirse en ciencia "dura". Al menos así lo plantea un interesante artículo, publicado por "The Economist", intitulado " El futuro de la economía ". Esto pudiese molestar al ministro de Hacienda, ex militante comunista y actual PPD. Entre paréntesis, curioso sino de muchos quienes quedaron en la más absoluta orfandad ideológica; militar actualmente en un partido instrumental. Así, "se puede ser ex-comunista y creer en Dios... contradicciones del mundo moderno", nos lo dice ufano el renovado ministro.

Quizás sí conservó de aquella época, en la que adscribía con ímpetu juvenil a la doctrina de la hoz y el martillo, no sólo "el ideal de la inagotable búsqueda de la justicia social", sino también la concepción marxista de la historia como ciencia dura. Con mayor razón aboga ahora por este estatus para la economía, inconfortable dentro de las ciencias sociales. En este punto, sus declaraciones calzan a la perfección con las de Pablo Barahona, dilecto economista neoclásico. Se le preguntó a Eyzaguirre: Usted es de Harvard, ¿ en qué se diferencian de los de Chicago ? - " En ambas universidades se enseña economía dura. Se dice mucho que hay economía de izquierda y de derecha. No lo creo. Se puede tener diferencias respecto, por ejemplo, a si es relativamente más importante el crecimiento que la equidad, pero entre quienes tengan buena formación en ciencia dura, las discrepancias son de segundo orden "

Pero dejemos por ahora al mentado ministro y volvamos al meollo, es decir a lo de "The Economist". El articulista declama que la economía como disciplina de estudio científico está en problemas, agregando que casi siempre lo ha estado. Sólo durante un par de décadas, después de 1945, las expectativas parecieron ser prometedoras al implementarse una revolución metodológica que llevó a muchos a creer que, finalmente, la economía devendría en ciencia propiamente tal dejando de ser una ocupación literaria de estudiosos bien intencionados. Las matemáticas, estadísticas, y los modelos teóricos formales, marcaban el nuevo rumbo; mejores pronósticos y políticas económicas científicamente probadas, deberían haber sido el resultado. Lastimosamente, las matemáticas permanecieron pero no así el optimismo. Claridad y certeza, sin mencionar el reconocimiento público, aún le son esquivos.

¿ Qué hizo mal la economía ? Es la atribulada pregunta que motivó la realización de un simposium. Connotados profesores de economía como Richard Thaler de la universidad de Chicago, aventuraron diagnósticos y respuestas, claro que en una tónica de humildad intelectual que resulta al menos reconfortante. Se trata de morigerar la utilización de modelos teóricos ortodoxos para centrarse en la observación de los hechos, extrayendo conclusiones de los datos obtenidos, obviando si tales resultados no concuerdan con los principios canónicos ( loose-fitting pragmatism ). De ciertas "leyes" así generadas, debe siempre mantenerse en mente que sólo constituyen un elemento provisional y en constante cambio, más aun, debe postularse que no existen patrones de conducta invariables. Los sistemas complejos se expanden y evolucionan, e incluso al más elemental nivel, las pautas son temporales.

El profesor Thaler reconoce que los principios canónicos de la teoría ortodoxa han conducido a la economía por el camino errado. Hay que modificar esta teoría, centrándola en torno a una consideración más real de los aspectos cognitivos del ser humano. Famosa es la presunción de la teoría ortodoxa de que la gente adopta decisiones de modo racional. En realidad no es así. Por otra parte, tampoco son locos ni completamente incompetentes ; en otras palabras, su comportamiento no es azaroso. Los economistas deben comprender que la gente intenta seguir comportamientos racionales pero muchas veces y de modo a veces predecible, fallan en su intento. En definitiva, lo que se necesita es una suerte de "casamiento o al menos de cohabitación entre la economía y la psicología ". Seguramente el ministro Eyzaguirre participa de esta concepción, a la luz de lo por él expresado hace poco en una entrevista televisiva donde se referió a que la abulia consumidora de los chilenos obedecía a un problema de falta de fe !

El profesor Thaler nos recuerda que los modelos de estudio deben ser más simples que la realidad para resultar útiles, pero que el desafío es simplificar de modo provechoso. Para él, la emoción constituye otro concepto que pocas veces encontramos en el ámbito extremadamente esquemático de los modelos de la economia: " con frecuencia la gente hace cosas, ora por amor ora por gusto y no solo en aras de un egoísta interés de naturaleza material."

Desde hace algún tiempo numerosos artículos se refieren al "racionalismo delimitado" o de " conducta casi racional ". Desde el ámbito de la psicología, ciencia que por lo demás también ha sido cruzada por disquisiciones en torno a su estatus de ciencia dura, surge la llamada "teoría prospectiva" que predice que la gente se siente más afectada ante pérdidas de lo que puede verse reconfortada por ganancias de una cuantía similar. Esto constituye una violación de la "racionalidad", pero debe considerarse un punto de partida para elaborar modelos de conducta económica alternativos que se aparten de aquellos que siguen ciertos principios rígidamente académicos.

Por fin se entiende que no todas las personas, ni tampoco siempre, nos comportamos aun en cuanto consumidores, siguiendo raciocinios del tipo "juegos de suma cero ". Perder un empleo y la inestabilidad psicológica que genera, el recelo y hasta temor de contratar nuevos créditos, la parálisis de volver a creer y emprender, no se supera mediante los guarismos ni las cifras que, pese a su buena intención, pueda exhibir o vocear tal o cual ministro parapetado tras un precario respaldo otorgado por una supuesta ciencia.

Sin ir más lejos, son estos mismos "doctores de la economía" quienes diagnosticaron erróneamente el tipo, profundidad y duración de la crisis, que aún nos tiene sumidos en la desesperanza.

Agosto 2000.