LA REPARTIJA DEL BOTIN

Por Enrique Fernández M.

“ Sin embargo, el objetivo de la élite con base en la masa es reemplazar el poder de una minoría por el de otra: ellos mismos”

Parece sensato lo manifestado por el Presidente Ricardo Lagos: “devuelven lo recibido o se van” , empero, habría sido mejor escuchar de su parte, “ devuelvan y se van ”.
En efecto, ¿Por qué entregar esta posibilidad de elegir? Se argumenta que todo se hizo legalmente. Legalidad no es lo mismo que legitimidad o ética. Un dictador puede promulgar una ley y mandar matar a quién le plazca, abyección que sería legal pero no legítima.

No se trata de un problema de legalidad. Sabemos que mediante argucias jurídicas e invocaciones a razones de Estado (algunos usan el eufemismo “ética de la responsabilidad”), se puede sostener que Pinochet sólo es responsable de los crímenes acaecidos durante su gobierno, políticamente; que Alejandro Noemi no debió responder por los turbios ejercicios especulativos de Juan Pablo Dávila; que los cheques girados por el Ejército de Chile a nombre del hijo de Pinochet estaban en regla y que los montos transados correspondían a actividades emprendedoras y honestas.

Independientemente de la cuantía de los cobros o indemnizaciones, que de por si pudiesen resultar escandalosas, se esconde un hecho de mayor gravedad y de más hondas repercusiones políticas.

Asistimos a una transversalidad inquietante para la vertebración ideológica de los partidos políticos, cuerpos sociales que conectan la sociedad civil con el Estado. Efectivamente, si hoy por hoy la militancia en un partido político aparentemente no guarda relación con la adscripción a tal o cual programa o modelo económico de desarrollo ¿qué hace entonces que persistan personas que quieren militar y participar de la vida de los partidos políticos, que pugnen y se enfrasquen en conflictos por acceder al control de las cúpulas partidistas ?

¿ Cuál es el aliciente fundamental de participar en un partido político y que marca la diferencia con la membresía a un club deportivo ? Si no son ideas o utopías, ¿es acaso la posibilidad de contar con nominaciones en las elecciones populares o hacerse de cargos en la administración del aparato estatal o en los directorios de las empresas de éste ?

Es lo que hemos llamado la repartija del botín, cuya codicia y ambición permite aceptar todo tipo de reconversiones, renovaciones y piruetas intelectuales.

El sistema democrático representativo funciona mediante la articulación de intereses realizada en el seno de los partidos políticos. Si estos continúan por una senda de deslegitimación ante la ciudadanía, lo que finalmente ponemos en riesgo es la democracia misma, permitiendo avalar la profunda desconfianza que, a partir de las concepciones de Friedrich A. Hayek, los neoliberales manifiestan por este régimen político.

La democracia en Chile (y desde luego en toda latinoamérica) no tiene su futuro comprado, ésta se ve acechada por múltiples peligros. Corresponderá a los partidos políticos llevar a cabo una profunda reflexión al respecto, sobre todo a la luz de una insoslayable realidad: no son los únicos que aspiran al poder.

Grupo Propolco
Octubre, 2000.