¿Es Chile un país de proyectos “atorados”?

Por Max Larrain

Que nuestro país es esencialmente improvisador y reactivo se demuestra en el hecho que, una vez más, la agenda del debate público es dictada por los medios de comunicación.

Esta vez le tocó el turno a la Educación. El detonante, o mejor dicho, los detonantes fueron los magros resultados de la última prueba Simce y el estudio internacional “Nivel lector en la era de la Información” efectuado por la OECD (Organización de Países para el Desarrollo y la Cooperación Económica), que agrupa a una veintena de las naciones más desarrolladas. Comparados con los otros participantes en el estudio, nuestra situación no puede más que calificarse de desastrosa. De este estudio se deduce que:

1) El 80% de los chilenos entre 16 y 65 años no tienen el nivel de lectura mínimo para funcionar en el mundo de hoy.

2) En los textos que requieren conocimientos matemáticos básicos para ser comprendidos, 3 de cada 5 chilenos (60%) entienden con dificultad la fórmula para preparar una mamadera impresa en un tarro de leche en polvo.

3) La capacidad de comprender lo que se lee de los chilenos con títulos universitarios es similar a la de los norteamericanos que solamente finalizaron el colegio y a la de los suecos con enseñanza media incompleta.

4) Menos del 10% de los profesionales y gerentes de nuestro país tienen un buen nivel lector y más del 50% están bajo el mínimo adecuado para funcionar en la era de la información.

5) Es muy posible que la calidad educacional no haya mejorado en los últimos 40 años, ya que al comparar individuos de distintas generaciones con enseñanza media completa, no se registran avances.

6) Los otros países que comparten con Chile los malos resultados como lectores -Polonia, Hungría y Eslovenia- registran mejores niveles de lectura en las generaciones más jóvenes respecto a las mayores, a igual nivel educacional.


Cabe ahora preguntarse sobre el origen de los problemas.

Para J.J. Brunner “el problema de los mediocres resultados de la educación chilena no tiene que ver exclusivamente con el desempeño de las escuelas (y/o de la reforma), sino además, y de manera nítida, con la pobreza, la desigualdad socioeconómica y la herencia educacional que transmiten las familias”

Según cita El Mercurio, la Ministra de Educación Mariana Aylwin opina que el problema está -principalmente pero no únicamente- en la gestión educativa, en lo que ocurre en las aulas, donde falta que los profesores cambien sus prácticas pedagógicas.

Sobre las opiniones de los docentes organizados en el Colegio de Profesores, de suyo importante por estar en el centro del debate, los medios de comunicación no parecen propensos a difundirlas.

En una reciente visita de algunos profesores daneses y suecos, me preguntaron sobre la educación en Chile. Cuando les expliqué la conformación de este extraño híbrido entre educación pública estatal y educación pública privada, dividida en colegios municipales, colegios particulares subvencionados y colegios particulares pagados, simplemente no podían creer tal despliegue de incoherencia.

¿Qué es entonces la educación en Chile?, me preguntaron. ¿Un negocio rentable? ¿Un servicio público? ¿Un vehículo para la capacitación y elevación de la cultura? ¿Un producto más que se transa en el mercado como los automóviles, los refrigeradores, los servicios de aseo y vigilancia? o ¿Un sistema de decantación socioeconómica?

Debo decir que mis interrogadores escandinavos provienen de los países que poseen los índices más altos del mundo en la calidad de la educación, la cual es definitivamente pública estatal. (Dato que no puede deducirse del artículo de Brunner).

Cuando les conté que el presupuesto de educación en Chile era apenas superior al 3% del PIB, ya no me comentaron nada, solamente me miraron con un gesto de misericordia. En Escandinavia el gasto público en educación sobrepasa en promedio el 6.5% del PIB. El más caro de nuestros establecimientos particulares de elite envidiaría las instalaciones de infraestructura de cualquier escuela pública en Escandinavia. De la calidad docente, ni hablar.

Solo atiné a esbozar una hipótesis de las posibles causas de esta catástrofe.
Chile es un país con tendencia a los maximalismos ideológicos: de la revolución socialista estatizante pasamos a la revolución neoliberal privatizadora, pero nos quedamos “atorados”. Por lo tanto, nuestra democracia de los consensos nos ha llevado momentáneamente a “soluciones” intermedias en áreas sociales como la educación y la salud.

No obstante, es posible que esta situación no dure mucho. Si se siguen los mismos criterios aplicados a la privatización de empresas estatales, el primer paso será desentenderse de la responsabilidad presupuestaria del fisco, con lo que la calidad del producto estatal, en este caso municipal, continuará bajando ostensiblemente en relación al privado, aspecto importante para convencer a la opinión pública de la necesidad y conveniencia de privatizar.

La resistencia podría venir del sector de los docentes, pero en ese caso se aplicarían las mismas artimañas usadas para “ganarse” a los trabajadores de las empresas estatales privatizadas: ofrecer capitalismo popular y otras garantías. Los inamovibles directores municipales -8 de cada 10 permanecen desde los tiempos del régimen militar, según la Ministra- con toda seguridad estarán más que contentos de pasar a constituirse en sostenedores, por lo tanto, en empresarios privados, con capitales provistos por el Estado, eso sí. Después de todo, a los administradores estatales de las empresas eléctricas les fue bastante bien con la privatización, haciendo uso de información privilegiada muchos pasaron a ser dueños de tales empresas.

Desafortunadamente, las preguntas relevantes nunca surgen desde los periodistas entrevistadores.¿Están los funcionarios municipales interesados en mejorar la educación municipalizada? o ¿Apunta la educación chilena hacia su privatización en el mediano plazo? ¿Sería esto parte del gran proyecto de convertir a Chile en un modelo neoliberal a ser imitado por otros países en desarrollo? ¿Serán estas las condicionantes establecidas por los organismos crediticios como el Banco Mundial? No lo sabemos. Quienes asumen el deber de propender hacia una sociedad abierta e informada, los medios de comunicación, ni siquiera son capaces de plantearse estas interrogantes.

Julio 2000