Público y Privado

por Manuel Gárate Ch.

El hombre occidental moderno parece no conocer la mesura. Vive en los extremos, implantando sus ideas en forma total sin respetar ningún equilibrio.

Buena parte del siglo XIX y XX lo dedicó a engrandecer el Estado y dotar a lo público de un sinnúmero de atribuciones ligadas a todo el quehacer humano. Pero no contento con ello, quiso hacer de la sociedad misma un engranaje del estado, limitando al individuo y ahogando a la democracia. Los socialismos reales fueron la expresión paradigmática de este maximalismo de lo público. Todo debía estar burocratizado y planificado desde el centro. Ni las ideas podían escapar de lo permitido por la dictadura del Estado. Los defensores de la libertad individual y del mercado eran una minoría acorralada, salvo en Norteamérica. Incluso, buena parte de las fuerzas conservadoras europeas cayeron en la tentación del fascismo estatista para detener el avance del comunismo.

Pero la historia tiene sus vueltas de mano, y ahora vivimos en el reverso de la moneda. Aborrecimiento de lo público e idolatría de lo privado. La caída de los socialismos reales a fines de la década de los ochentas, desató la locura maníaca de quienes se sintieron vencedores en la guerra de las ideas y de la economía. De su posición defensiva, pasaron al frente para destruir a su peor enemigo; el estado planificador. Sin embargo, han caído en la misma ceguera de sus otrora letales oponentes. No reconocen el valor de lo público y sólo promueven el desarrollo de lo privado. Tal fenómeno se aplica a todos los ámbitos de la vida, quizás, en una suerte de totalitarismo más sutil y menos burdo que el de los socialismos reales.

Algunos ejemplos. En la esfera de la ética y la moral, todo acto negativo -siendo público- es duramente sancionado. Sin embargo, aberraciones y abusos de todo tipo, mientras se cometan dentro del círculo privado, no son ni siquiera cuestionados. Lo que en el ámbito estatal se castiga como corrupción, en lo privado se estimula como "incentivo". Aquello que se define negativamente como deuda pública o déficit estatal, se convierte mágicamente en "pasivos" al momento de aplicarlo a la empresa privada. Incluso se ha llegado a decir que la deuda externa es sólo negativa mientras sea estatal.

Tanto es el fanatismo que -actualmente- se ha reemplazado la noción de ciudadanía por la de consumidor , donde la persona exige un servicio a sus representantes a cambio de un voto (algo que no es negativo en su origen). Pero un cliente siempre exige el mejor servicio al menor precio. En síntesis, que le den más por menos. Y ojalá sea siempre menos (no hay compromiso). Además, un cliente compra para si y no a favor de sus pares.

En la economía, el extremismo alcanza su clímax. Toda empresa pública, por rentable o solvente que sea, está condenada a ser atacada -única y exclusivamente- por el origen de su propiedad. Un caso notable es el de Codelco. Esta empresa chilena presenta importantes grados de eficiencia respecto de sus pares internacionales, incluso cargando con el descuento obligado del 10% de sus ventas que -anualmente- se destinan a las fuerzas armadas. Aún así, las autoproclamadas fuerzas "liberales" no dudan en plantear su privatización como fórmula de aumentar la riqueza del país. La electricidad, el agua, el gas, los caminos, la salud, la educación, las pensiones y hasta el aire, se vuelven mágicamente virtuosos cuando caen en manos privadas.

En esta perspectiva, lo privado está dotado de una moralidad y ética superior a todo aquello que huela a público o colectivo. Absolutamente todo es posible de convertir en ganancia económica, y -por ende- alcanza de inmediato un rango de ético trascendente. Y lo más increíble de todo esto, es que se plantea como algo de "sentido común", propio de la naturaleza humana. Los hombres nacen para luchar, pues de la competencia salen los mejores. Todo lo que hace un hombre, es por interés individual. Incluso esto se aplica a la caridad como dijo el señor Alvaro Bardón: "las más notables obras humanitarias de la historia se han realizado gracias al ego y a la vanidad de sus autores". Es notable como hasta el amor al prójimo lo definen como un subproducto del interés individual.

Pienso en los romanos cuando crearon la República. Esta palabra se origina en dos conceptos latinos: "res" que significa cosa y "publica", referente a lo que compete a todos. El más alto honor de un ciudadano de la "Urbe" era participar de las decisiones de la república. La política era la actividad más noble de todas, pues no se relacionaba únicamente con el interés individual. Que poco hemos aprendido en 2 mil años. Que lejos estamos del justo equilibrio y del sentido común. Salimos de una ideología para caer en otra.

Diciembre de 1999