LA REVOLUCIÓN MENEMISTA

por Max Larrain

Cuando Carlos Saúl Menem asumió la presidencia de la República Argentina, en Julio de 1989, el país se encontraba sumido en un profundo caos económico y social. En el lapso de diez años, el notable estadista, hijo de inmigrantes sirios, desarrolló una verdadera revolución en su nación, sólo comparable a la realizada en Chile bajo el régimen militar, salvo que la gracia de este proto-héroe fue que tales cambios los realizó en plena vigencia del estado de derecho y bajo el ejercicio de las libertades de expresión, reunión y organización sindical.

El secreto de su éxito se basó no sólo en un atrevido “plan de convertibilidad”, que prácticamente dolarizó la economía argentina, sino que en la aplicación, contra viento y marea, de las recetas más ortodoxas de la revolución neoliberal.
Como lo señala el articulista de Newsweek, Peter Hudson : “Su empleo de las recetas del libre mercado, previamente un tabú en la mayor parte de América Latina, transformó Argentina en un modelo de reforma económica para la región”.

Al mismo tiempo que cortejaba al gran capital, les vendió cerca de cien empresas de propiedad estatal y se dio a la tarea de implementar una drástica reducción de la planta de servicio público, dando paso así a la proliferación de los actualmente afamados “contratos a honorarios”.

En diez años logró controlar una hiperinflación de cuatro dígitos hasta reducirla a una mínima expresión. Algunos vaticinan una caída de precios de 0.7 % para este año.

En el mismo lapso atrajo más de 50.000 millones de dólares en inversión extranjera directa, logrando un incremento del PIB desde poco más de 80.000 millones de dólares en 1989, a más de 290.000 millones de dólares en 1998.

Por otra parte, el déficit proyectado para este año alcanzaría los 9.500 millones de dólares y la deuda externa al impresionante monto de 114.000 millones de dólares. (en Chile alcanza los 35.000 millones de dólares).

Agrega el articulista de Newsweek : “Menem desmanteló a la vieja Argentina, desechando décadas de privilegios y garantías, tales como trabajos de por vida, pensiones universales y asistencias en salud. En cambio, la gente obtuvo servicios telefónicos que funcionan, calles pavimentadas y Burger King. Se les dice que el país necesita mayores reformas, como más flexibilidad laboral y reestructuración del sistema tributario”. En suma, Menem ha sido un verdadero “reaganito” para la economía argentina.

Hasta aquí los aspectos positivos de una revolución neoliberal cuya ortodoxia pondría la “carne de gallina” de orgullo a los más fervientes partidarios de los “círculos virtuosos”, acostumbrados a valorizar los resultados de la economía a través de las grandes cifras macroeconómicas.

Una reciente encuesta Gallup constató que la mayor preocupación entre los argentinos, despues del desempleo, es la extendida corrupción. Luis Moreno Ocampo, ex-fiscal del juicio a las últimas juntas militares, observa que “la corrupción entra a formar parte de la agenda política con la recuperación de la democracia y el fin de la hiperinflación. Sin democracia no había información pública, por lo que no había datos para hablar de corrupción. Por otra parte, la inflación pasaba por encima de cualquier otro problema para los argentinos”. En importantes operaciones de compra-venta de empresas del Estado se amasaron fortunas repentinas gracias al cobro de suculentas comisiones.

Sin embargo, lo más impactante son los datos estadísticos de la realidad económica-social, herencia de la “revolución Menemista”, entregados por Gallup :
Un 37 % de los menores de 22 años que busca trabajo, no lo encontrará.
Un 30 % de la masa trabajadora carece de todo tipo de previsión de salud, ni cuenta tampoco con un sistema de jubilación.

En Argentina se produce una muerte violenta cada seis horas.
Cada cuatro minutos se registra algún tipo de robo en el país.
El 80 por ciento de la población está segura que la criminalidad es hoy más fuerte que nunca antes.
Uno de cada cuatro habitantes de la ciudad de Buenos Aires han sido asaltado en los últimos cuatro meses.

Según cifras realistas, el desempleo en Argentina se eleva por sobre el 19 %, y afecta a más de 7 millones de trabajadores. Pero el problema clave aquí no es la cantidad de pobres, sino el empobrecimiento. Más del 70 % de estos siete millones eran, hace algunos años, miembros de la clase media, y el 30 % restante vive en condiciones de miseria. Si se proyectan los datos a nivel nacional, más de 10 millones de personas se encuentran por debajo de la línea de pobreza. Poco menos de un tercio de la población.

¿Cómo estaremos por casa?
Octubre 1999