EN LA MEDIDA DE LO POSIBLE.

... y digo que el que se preste
para peón del veneno,
es doble tonto y no quiero
ser bailarín de su fiesta ...

Silvio Rodríguez

El corazón sabe de razones que la razón no conoce, decía Voltaire. Parodiando, podríamos decir que la política sabe de razones que el sentido común no acepta.

¿ Que significa, "toda la verdad pero justicia en la medida de lo posible" ?¿ De qué estamos hablando?

Se plantea como una fórmula de negociación fruto de sesudo manejo de conflicto, algunos dirán de madurez política, de responsabilidad cívica. ¿ Al conocerse el destino de los cuerpos, saber el cómo y quién (o quienes), culmina el ejercicio de la Justicia aplicando a los involucrados la ley de amnistía de 1978?

Algo recuerda de esos modelos teóricos a los cuales son tan afines los economistas, donde se busca el equilibrio perfecto con variables intrínsecamente inestables. Pareciera que para muchos concertacionistas, que combatieron frontalmente la dictadura, pero que ahora deben compartir con los mismos ejecutores la administración del Poder, esta es la única y sabia solución a la cual podemos aspirar. Una demostración de "realpolitik" en la cual se impone "una cierta interpretación de los acuerdos que jamás podrá hacerse expresa".

Una vez que sepamos dónde están los cuerpos de los detenidos-desaparecidos, se les dará cristiana sepultura y aplicaremos la ley de amnistía, otorgando cristiana absolución ¿Pero, existe conciencia de que se estaría amnistiando a quienes participaron de una campaña de exterminio queriendo disfrazarla de conflagración bélica?

Hay una primera constatación, que no gusta a los celosos guardianes de cierta moral y ética -que hacen gárgaras con los adjetivos "cualitativo" y "cuantitativo"-, pero que no puede eludirse. Las cifras de muertos de un bando no son comparables con las del otro, existe un manifiesto y escandaloso desbalance. Se afirma que fue una "guerra". Siempre nos lo recordó Pinochet: "¡estamos en guerra, señores!"

En esta "guerra", un bando era inmensamente superior al otro, tanto que mueve a sospecha. Huele a masacre, a sobre reacción, a aniquilamiento, no hubo épicas batallas ni respeto a convenciones internacionales.

Lo que hubo fue una sistemática acción del aparato estatal en contra de los "enemigos de la patria". Las atrocidades cometidas se tipifican echando mano a los eufemismos, "excesos", "errores", "abusos", culminando con la jurídica y nunca bien ponderada expresión "violencia innecesaria con resultado de muerte".

Pero esto también tiene una explicación justificatoria, sino expiatoria, según la línea argumental de la defensa de los "libertadores". No fue éste el bando responsable, ya que las muertes de la dictadura se prefiguraron antes de 1973. Fueron los del otro sector, aquellos que, desde el ahora mítico congreso socialista de Chillán en 1967, propugnaron la vía armada.

Ante una guerra ideológica, -que pudo con posterioridad haber adoptado facetas de confrontación armada, se contestó con una real y concreta guerra de exterminio, no solo de la ideología, sino que de sus adeptos.

Como se portaron mal y nos provocaron, recibieron su castigo. Nosotros sólo respondimos a la agresión comunista, a petición y en nombre, de la mayoría electoral, gremial, parlamentaria, etc. Para extraer el cancer marxista se necesitó de cirugía mayor, así se dejase mutilado al país. Quizás se nos pasó la mano, pero que conste, ellos lanzaron la primera piedra. Algo así como el toro de ruedo, a quien se martiriza y azuza y que no puede ser responsabilizado por los mortales efectos de sus cornadas.

Este es el respaldo racional de quienes instituyeron un régimen de terror y sobre el cual pretenden obtener un empate moral. Desde hace tiempo ya, en numerosos círculos políticos y sociales de nuestro país, es de buen tono declamar: ¡para que en Chile nunca más vuelva a ocurrir algo así!

Mientras no seamos capaces de generar una solución de manera participativa y sin coerciones, quedará el germen en profundidad para infectar de nuevo a la sociedad chilena. Soluciones acomodaticias y torpes, fertilizaron el terreno, al finalizar la primera guerra mundial, para que se gestara la segunda.

¿Que se esconde tras esta operación ? El intento paternalista de explicar el por qué se debe aplicar una normativa que carece de mínima lógica y que ofende al sentido común. Seguramente, la trasnochada lealtad a "un acuerdo tácito incluído en el pacto de la transición, la intangibilidad de la ley de amnistía".

En coyunturas que afectan tan visceralmente a una sociedad y que ponen en jaque valores esenciales de ésta, corresponde a sus ciudadanos, correcta y ampliamente informados de todos los puntos de vista existentes, decidir cual es la mejor o la menos mala de las soluciones. "Un ciudadano es algo muy distinto de un súbdito. En la sociedad libre, el principal depósito de poder es la responsabilidad personal de los ciudadanos".

En todo caso, no es la ley impuesta en pleno conflicto ¿bélico?, de modo unilateral, la que debe pretender ser la pauta a seguir. Si no somos ni vencedores ni vencidos, sino ciudadanos, entonces debe regir otra ley. Lo demás, constituye la vieja práctica neoliberal de considerar a los ciudadanos como impedidos mentales, una suerte de "incapaces relativos",a quienes se les debe pedir que acepten y no cuestionen las decisiones, que los que sí saben adoptan en su nombre.

Enrique Fernández M.
GRUPO PROPOLCO
Julio 1999.