Mediterraneidad Informativa o que bien lucen las ropas del emperador.

por Manuel Gárate Ch.

En nuestra fértil provincia señalada (de la región antártica famosa), suceden cosas dignas de la incomparable ínsula de Sancho Panza. Y cuando llegan a ser tan preocupantes, es necesario analizarlas recurriendo al peor enemigo de las tiranías: el humor. Vemos al emperador desnudo, pero somos incapaces de denunciar su triste situación. Así es como está la prensa nacional hoy en día.

Ad portas del siglo XXI hemos viso con estupor el nivel de desinformación que existe en Chile. Suponíamos que algo de esto existía, pero el caso Pinochet no hizo más que desenmascarar la falta de medios de comunicación imparciales. Resulta increíble descubrir el nivel de desconocimiento que existe sobre la forma de hacer política en Europa y el resto del mundo. Se intenta interpretar el mundo desde Chile, e incluso más; reescribir la historia de Europa y Occidente a partir de nuestros iluminados políticos y columnistas.

Desde el primer momento que Pinochet fue detenido en Londres, los dos principales periódicos (consorcios) del país tomaron posición en sus trincheras y se la jugaron por la tesis de la soberanía y la territorialidad no sin antes lanzar al ruedo disparatadas teorías conspirativas sobre el socialismo internacional (el nuevo cuco o boogie-man de los niños) o el Neoimperialismo inglés y español. Si hasta incluso algunos se acordaron de los mapuches para acusar al rey de España de genocidio. Estos medios no escatimaron espacio en sus columnas para dar platea a cuanto fanático existe en estos lares. Resurgieron interpretaciones decimonónicas sobre la patria, la soberanía, los antipatriotas (que sería algo así como los nuevos realistas). Si hasta los hinchas de nuestra querida Unión Española se convirtieron en víctimas potenciales de algún pirómano banderil o alguna cantante de "boca ancha". Mientras tanto, el diario de la gente "culta" ponía todas sus fuerzas en demostrar lo nefasto de un nuevo gobierno de marxistas. Sabrán estos señores que la socialdemocracia existe hace más de 100 años, que no expropia ni se come las guaguas, que también privatiza y que es defensora de la democracia. Critican la renovación quienes todavía ven al mundo como en la guerra fría. Habrá que contarles que una de las peores catástrofes de la humanidad (La Primera Guerra Mundial), ocurrió justamente cuando los hombres pusieron estas ideas por sobre las del sentido común y caminaron orgullosos hacia el desastre.

Pero, qué periódico serio fue capaz de denunciar estos impresentables actos de xenofobia, intolerancia y mal gusto, como lo habría hecho "La Epoca" en su época. Recordaba haber visto imágenes del medio oriente en donde se quemaban banderas, pero nunca lo imaginé en Chile, y a manos de personas que terminaron su educación secundaria y superior. El Ayatola Khomeini pareció un bebé de pecho.

Ninguno de nuestros honorables matutinos denunció la cobarde victimización de un partido político como si este fuera culpable de lo que decide un juez en España o un lord en Londres. Qué poderosa organización sería si controlara tan facilmente a los Blair, Aznar, Clinton, Garzones y otros ¿Entonces para qué tener un candidato en un país tan chico si se controla a los principales líderes del mundo? Dirán, entonces, que el brazo de satán es insaciable.

No resiste análisis ninguna teoría conspirativa. Las imágenes de odio y violencia en calle Apoquindo dieron la vuelta al mundo. Hablan por sí solas del desquiciamiento de un importante sector político del país. Incluso en un connotado canal de televisión se culpó al pecado insidioso de la mujer como la causa fundamental de la decisión de Lord Hoffman. Sólo faltaba una hoguera y una espada para derrotar al infiel y a la fatídica "hembra" que lo aconseja. Así se nos desinformaba a los chilenos. En realidad, pocos lograron mantener la cabeza fría. Pero sí exijo objetividad y ponderación de una empresa a quien pago un servicio que espero sea serio y veraz.

Gracias a Dios que hoy contamos con tecnologías que nos permiten apreciar lo que sucede en otros países y así ejercer el saludable hábito de comparar. Qué diferencias al ver la televisión por cable o leer periódicos por Internet. Se ven tan ridículos nuestros hasta hace pocos notables medios informativos. La televisión tampoco se salva, y la radio con algunas excepciones.

Para que se informen los chilenos, habrá que aclarar que Amnistía Internacional no es una organización terrorista ni subversiva. Que más del 50% de los casos que ha denunciado se refieren a crímenes cometidos tras le ex cortina de hierro. Tampoco es un pecado ni una verguenza aportar dinero a esta causa. Lo mismo sucede con Human Rights Watch o las Naciones Unidas. Ninguna de estas organizaciones persigue atacar la dignidad ni la soberanía nacional, ni menos poner en peligro los valores de occidente como alguien dijo hace poco.

Una isla informativa. Esa es la trista realidad de nuestros medios. Pero a no desalentarse, porque la globalización se mete por debajo de la puerta y nos muestra un mundo distinto que ojalá algún día esté al alcance de todos los chilenos. Por el momento, mediterraneidad informativa habemus.

Grupo Propolco
08-01-99