LUZ, CÁMARA, PINOCHET.

Según los politólogos Almond y Powell, una de las unidades básicas del sistema político es el rol político. Denominan rol a aquel aspecto peculiar de la actividad de los individuos que se vincula con los procesos políticos. Así el actor político, cumple su rol diferenciándose de lo que puede acontecer con él como individuo en otras esferas o sistemas sociales.

El tráfago de los útimos acontecimientos, no nos debe hacer confundir lo que sucede con Pinochet individuo y con Pinochet actor político. La estrategia de la derecha se define en torno a dos ejes conductores : se trata de un problema de Estado, que atañe a todos los chilenos, está atacada la soberanía del país - recordamos la célebre expresión de Luis XIV, el rey sol, : el estado soy yo - y la necesidad de "higienizar" la imagen de Pinochet, especialmente en el extranjero.

Toda la atención se concentra en su persona como individuo, su precario estado de salud física y mental, su entereza o su abatimiento, sus penas y alegrías, las consideraciones humanitarias, la senectud, sus esperanzas ...

Sin embargo, sus legados como actor político lo trascienden aunque a veces no se perciba claramente tal relación o no se quiera, ex-profeso, hacerlo.

Sucedió el bochornoso episodio de la "crisis energética". Explicaciones aquí, allá y acullá. Hace un par de años, más o menos, tuvimos el primer aviso de lo que podía resultar de las "modernizaciones" neoliberales (privatizaciones) que se llevaron a cabo durante su mandato, especialmente en el área de los monopolios naturales. Comprobamos la eficiencia de que es capaz el sector privado aún más cuando se le determina un burdo marco regulatorio para incentivarlo a "entrar en el negocio". Empresa de Aguas "Lo Castillo" no llevó a cabo las inversiones necesarias para asegurar el suministro del vital elemento a todos sus clientes, cuyo número se había incrementado fuertemente. Entre otros, el diligente alcalde Lavín - sí el actual pre-candidato - y el ex diputado Allamand - sí el ex paladín de la derecha liberal -, investigaron lo ocurrido y rápidamente la empresa fue adquirida por otro grupo empresarial. En un alarde de originalidad, se le dotó de un nuevo nombre, "Nueva Lo Castillo" y así se sofocaron a tiempo los soterrados comentarios que cuestionaban las maravillas de la eficiencia de la empresa privada en este ámbito.

Ahora le tocó el turno a las generadoras, transportadoras, y distribuidoras de energia eléctrica, mosaíco de empresas en que se trozó la "torta" de Endesa y Chilectra fundamentalmente para ¡oh!, asegurar una mayor competitividad en el sector y por ende, un mejor servicio, mejor del que pudo dar el estado, por ejemplo, durante la sequía de 1968.

Basado en la potestad de un régimen autoritario, en leyes originadas no de la voluntad popular expresada en un poder legislativo democrático, sino que de cuatro bien intencionadas y paternas figuras castrenses, se privatizó el sector de la energía en Chile. Se le quizo dar un toque mesocrático con el llamado capitalismo popular ; vanas ilusiones, siempre han comprado para controlar y tener poder, los mismos sectores en este país. Lucha de titanes que hasta son capaces de darse de mortales y mutilantes cornadas, a medida que el fabuloso negocio crece en utilidades. Es el llamado caso "chispas", caratulado como el escándalo del siglo, chispas que paradójicamente nos condujeron a la obscuridad.

Nuevamente al desnudo la pretendida eficiencia de la propiedad privada frente a la propiedad estatal. Repentinamente la administración Frei descubre que no posee, al igual que en el ámbito de las isapres, un marco regulatorio capaz siquiera de asegurar al país, la posibilidad de información, de saber qué pasa, qué ocurre con un servicio de utilidad básica y estrátegica.

Claro, no sólo se trató de comprar bueno, bonito y barato sino que además, el gobierno del señor Pinochet, fijó marcos de acción y funcionamiento, laxos y de límites difusos, para que la iniciativa privada pudiese desarrollarse y encontrar suficiente incentivo para participar en dicha área.

Esta es la presencia inmanente del Capitan General, parte de su herencia como actor político, que trasciende obviamente los avatares de su actual situación personal. A no dejar que la obscuridad buscada y provocada por algún apagón, no nos deje percibir aún en penumbras de toda índole, la gran diferencia que existe entre la persona o individuo y el actor con su rol.

Enrique Fernández M.
Magíster (c) en Ciencia Política
GRUPO PROPOLCO
Universidad de Chile
Diciembre 1998.