LA ISLA DE LA FANTASIA.

por Enrique Fernández Montecinos

Muchas veces se han referido a Chile como si se tratase de una isla, determinando una suerte de insularidad sociológica. Nos gusta creer que estamos en medio de todo pero lo más cierto es que estamos lejos de todo. No hace falta tener la condición geográfica estricta de isla para que la sociedad de un país se comporte con un carácter insular.

Albania fue durante largo tiempo una "isla" en Europa, un régimen de corte marxista leninista ortodoxo. Sociedad pobre en recursos materiales y empobrecida culturalmente por la falta de intercambio con el resto de su continente. Diríamos, sistema ostracista, prisioneros de los mitos e ideas que el poder omnímodo ordenaba adorar. Actualmente, pocas de estas "islas" permanecen en la "aldea global". Así como Corea del Norte es un fósil viviente de tales ideas, Chile resguarda cual último reducto, el corpus inmaculado del pensamiento neoliberal.

Al parecer no han llegado por estas lejanas tierras las nuevas que hablan de cambios profundos. Quizás no se quiera aceptar que debemos despertar del sueño embriagante del capitalismo global, aventura onírica de la cual, gran parte de los chilenos se sienten orgullosamente artífices. Como siempre, no importa lo que pase en el resto del planeta, nosotros debemos seguir siendo fieles a la utopía del libremercadismo como la pócima mágica que genera desarrollo y un mejor vivir. Se le anunció como la solución final e incluso algunos quisieron creer que la Historia había terminado.

El término de la guerra fria acuñó una nueva expresión en nuestro léxico: globalización, palabra fetiche de la economía ascendida a la categoría de ciencia dura. Pese a ser una palabra que se usa y abusa, conlleva sin embargo una gran verdad: la tecnología ha hecho del planeta un sitio de experiencias compartidas. Empero como reza el adagio, no hay peor ciego que el que no quiere ver ni peor sordo que el que no quiere oir.

Con el derrumbe del muro de Berlín y el ocaso de la Unión Soviética, el capitalismo global pareció asegurar que el mundo tendría una prosperidad económica ascendente de la mano de la adopción por doquier de la democracia como sistema de gobierno. Se creyó que libre mercado y democracia prevalecerían para siempre después del comunismo . No sólo los economistas hayekianos voceaban tales anuncios. También en el ámbito de la politología, autores como Adam Przeworski, nos decían en 1991 : " el afán de libertad del hombre y la represión, han generado en los últimos años un movimiento mundial hacia la implantación de la democracia política y la racionalidad económica " (1). Se comenzaba entonces a hablar desde el mundo neoliberal de racionalidad y modernización como los nuevos paradigmas , eufemismos para referirse a la primacía del individualismo metodológico y a la privatización de empresas estatales, respectivamente.

Sin embargo, no ha transcurrido aún una década y la debacle de los mercados bursatiles asiáticos, arrastrando al ruso y los latinoamericanos, parecieran marcar el despertar del sueño. Son demasiadas la voces provenientes de todos los confines del planeta (para quienes quieren escuchar ), que plantean el fin de la globalizada confianza depositada en la utopía neoliberal. Ciertamente no se trata ya de fuentes ligadas a concepciones ideológicas o políticas contrarias al neoliberalismo, como podrían ser las provenientes desde " Le Monde Diplomatique " ni de documentos generados por el Grupo de Lisboa. Tampoco de fuentes norteamericanas situadas en el anti-establishment como Noam Chomsky ni de sociólogos intelectualmente herederos de C.Wright Mills.

Tampoco corresponden a voluntaristas intentos individuales provenientes de profesores de economía de universidades norteamericanas, como Darrel Young Ph.D, director del Departament of Economics de la University of Texas ni de Daniel Drache Ph.D, director del Robarts Centre for Canadian Studies, de la York University en Ontario, Canadá, quienes son tajantes: la aplicación de políticas económicas neoliberales fueron experimentos asociados al Reaganismo y Thatcherismo de los años 80, actualmente superadas y que fracasaron rotundamente en relación a las políticas keynesianas especialmente en un punto: no consiguieron crear más empleos, toda vez que introdujeron la precariedad e inseguridad laboral como variables inherentes para el éxito del programa económico neoliberal.

Muy por el contrario, las últimas crónicas provienen de la americanísima revista "Newsweek" y no sólo de su editor económico, sino que desde hace dos semanas es "el" tema analizado en diversos artículos : " Sin importar lo que pueda suceder de aquí en adelante, la baja verificada en los mercados bursátiles, que nadie sabe a ciencia cierta donde ni qué la originó, muestra la locura de confiar en eternas bonanzas de las bolsas para llenar las arcas fiscales o asegurar el correcto funcionamiento de un sistema de seguridad social o bien cualquier otra carencia de nuestras sociedades. El Mercado es solo un mercado, no un mágico instrumento creador de riquezas "(2).

La guinda de la torta la constituye el reciente artículo de Robert J. Samuelson en dicho semanario, intitulado: Global Capitalism, R.I.P. ? " El fracaso del capitalismo global requiere de una explicación convincente y en profundidad. El capitalismo de mercado no es sólo un sistema económico. Es además un conjunto de valores culturales que enfatiza la virtud de la competencia, la legitimidad del lucro y el valor de la libertad y estos valores no han sido universalmente compartidos. Como resultado, la expansión del capitalismo no es un simple ejercicio de ingeniería económica, constituyéndose en un asalto a la cultura y políticas de otras naciones, lo que garantiza una casi segura colisión. Conducidos por agencias estadounidenses globalizantes como El Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial de Comercio, los paises pobres han sido persuadidos de abrir sus fronteras al comercio internacional y al capital financiero ".

Hasta aquí el diagnóstico, que no deja de ser abrumador. Pero sin duda ahora viene lo que podría llamarse el último estertor de consecuencia de un neoliberal : " Estos países trataron de maximizar los beneficios del proceso toda vez que minimizarón los cambios en sus políticas y comercio. Floreció una mutua decepción. El capitalismo global devino en un peligroso híbrido. Por una parte, inversores que depositaron ingentes sumas esperando grandes beneficios. Por la otra, el dinero la mayor parte de las veces derivó- vía préstamos bancarios, emisión de bonos y ofertas de paquetes accionarios - a captadores que no operaban con apego estricto a las reglas de la eficiencia o de pérdida y ganancia. Incluso si lo peor no llega a suceder, el mundo nunca volverá a ser el mismo. El capitalismo global no recuperará prontamente su aura de infalibilidad. No había nada errado en la teoría. El libre comercio y el libre intercambio de capitales debería, en un mundo donde todos adscribiesen fielmente a los conceptos de eficiencia y lucro, enriquecer a todas las naciones. El problema es que este no es el mundo en que vivimos ".(4)

A confesión de partes, relevo de pruebas. El libremercadismo depredador, el capitalismo globalizado y su cohorte de especulación financiera, la utopía neoliberal, como la definiese el sociólogo francés Pierre Bourdieu, están heridos de muerte. Las grietas y fallas son estructurales, y el edificio amenaza con caer. Los ruidos y temblores que en el mundo entero se están produciendo, se interpretan desde la insularidad de nuestro mundo político, sólo como momentáneos y coyunturales avatares, y se recalca la necesidad de perseverar en la aplicación irrestricta del modelo. Pareciera que a falta de otra ruta, no importa seguir la actual aunque ésta seguro nos conduzca al precipicio. Detenernos y escuchar lo que nos puede decir la rosa de los vientos, jamás !.

Enrique Fernández
M. Magíster (c) en Ciencia Política
GRUPO PROPOLCO Universidad de Chile
Septiembre 1998.

(1)Fareed Zakaria: So much for Globalization. Newsweek, September 7, 1998, p. 19.
(2)Adam Przeworski: Democracia y mercado. Cambridge University Press, New York, U.S.A. 1991.
(3)Allan Sloan : Yes, the Markets do go down. Newsweek, September 7, 1998, págs. 17-18.
(4)Robert J. Samuelson : Global Capitalism, R.I.P. ? . Newsweek, September 14, 1998, págs.6-8.