La pretensión de la economía: salvar nuestras billeteras y nuestras vidas.

Por Javier Castillo (21-09-04)

La semana pasada el “Diario Financiero” publicó una columna sobre la supuesta crisis internacional en la que Chile se ha visto enfrentado a Perú y Bolivia.  La columna provenía del semillero de economistas jóvenes que tiene el Instituto Libertad y Desarrollo, los que son fogueados en medios de circulación interna (sólo tiene lectores que comulgan con la línea editorial de LyD) antes de salir alarmando a la sociedad con sus extrañas cifras macroeconómicas, en los principales noticiarios de la televisión abierta nacional. 

En el artículo citado se alude a la ineficiente gestión de las ministras de Defensa y Relaciones Exteriores como el motor de la crisis internacional que nos afecta. Si cada uno de los argumentos esgrimidos por nuestro joven “científico” fueran ciertos, tendríamos que admitir que estamos frente a un alto riesgo de conflicto bélico con dos de nuestros vecinos, y que nuestro sistema político es incapaz de procesar (de manera efectiva) las demandas venidas de nuestro entorno continental.   

Las conjeturas anteriormente expuestas, por absurdo que parezcan, son motivo de debate en programas como “El Termómetro” y en más de alguna mesa del grupo de lectores del “Diario Financiero”o “Estrategia”. Por esta razón es preciso comenzar a tratar tanto con la miopía del observador  como con los errores de las distinciones trazadas sobre el tema de análisis.

En primer lugar, desde Durkheim hasta la más avanzada tradición luhmanniana la división del trabajo y la diferenciación funcional han marcado la pauta de las investigaciones sociológicas. Este desarrollo teórico-empírico ha ayudado a concluir que las ciencias sociales, y en especial la sociología, juegan un rol de agente reflexivo. Esto significa que más allá del operar de las ciencias sociales, regido por las reglas del método sociológicas explicitadas por Durkheim, estas tienen la función de reflexionar sobre las operaciones de los distintos sistemas sociales, las prestaciones que mutuamente se brindan, la función que cada uno cumple con la sociedad, y sobre la autorreflexión que los sistemas hacen sobre su propio operar.  

En este sentido, la economía (como ciencia social) sólo cumple con la ultima de las características expuestas, ya que sólo ejerce una función de autorreflexión sobre las operaciones de pago que ocurren al interior del sistema, pero históricamente no se ha preocupado de comprender la complejidad social más allá de la racionalidad económica y el ceteris paribus. Es por esta razón que cuando nuestro joven economista intenta reflexionar sobre aspectos que no pertenecen al orden de cosas regido por el dinero, sólo puede hacer imputaciones desde la eficiencia, la racionalidad costo – beneficio y otras entelequias económicas que sólo enriquecen el debate interno de la economía, pero enturbian la comprensión de un fenómeno externo.  

Ahora bien, volviendo a las opiniones concretas de nuestro comentado columnista, es fácil observar que no hay más que una crisis mediática, y un manejo adecuado de la situación externa por parte de ambos ministerios involucrados.  

De ninguna manera es posible afirmar que estamos frente a una crisis que conlleve peligro de guerra con nuestros vecinos. La situación actual de las fuerzas armadas y de las economías nacionales de Perú y Bolivia, no da para más que una guerra de pistolas a fogueo, y con una extensión máxima de un par de semanas, antes de que el FMI de la señal de alarma frente al enorme gasto fiscal que significaría una guerra para cualquier economía de la región. 

Así como ya fue desmentida la posibilidad de conflicto, será desmentido el mal manejo del sistema político frente a la situación ya comentada. Si el comentario del homo economicus alude a la ineficiencia de nuestras ministras, hay que decir que este concepto es estrecho para evaluar su desempeño, ya que ambos ministerios hicieron un uso limitado de los recursos mediáticos, precisamente en pos de que sus decisiones fueran eficientes desde el punto de vista operativo, y no meramente discursivo. Es por esta razón que las conversaciones bilaterales, y las buenas relaciones de nuestras fuerzas armadas con las del Perú no han sido motivo de noticia. Por lo demás, sabiendo que según Luhmann la toma de decisiones vinculantes es la función del sistema político, no podemos esperar que dos de los más importantes ministerios se dediquen en forma exclusiva a un tema que ha sido creado por la prensa, pero que no tiene ninguna capacidad de vincular a la sociedad chilena en su conjunto, más allá de una conversación de sobre mesa.  

Septiembre 2004