DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO.

Por Enrique Fernández M. (11/08/04)

La revolución neoconservadora que se instauró durante la dictadura militar de Pinochet y que se afianzó durante los gobiernos concertacionistas, cumplió el anhelo que siempre deseó para si cualquier proyecto revolucionario de la izquierda marxista: trastocar todas las estructuras sociales, reformularlas y comenzar desde una línea seminal imponiendo un nuevo sentido común. 

Antonio Gramsci, destacó el papel que debía corresponderle en esta tarea al intelectual orgánico, en el copamiento de todos los segmentos societales; su labor como ente difusor y multiplicador de la revolución a partir de su diario accionar. José Maria Escrivá de Balaguer bien supo aprovechar este mensaje. 

La Vanguardia, desde el punto de vista leninista, en esta revolución le correspondió a los economistas neo clásicos, ascendidos a la categoría de iluminados. La economía y no ya la política, debía ser el puntal de la preocupación ciudadana nacional y mundial. Los parámetros de la economía comenzaron a aplicarse en todas y cada una de las relaciones de los miembros de la sociedad y así supimos de marketing político, ingeniería electoral, candidato mediático, etcétera... 

Frente a la vacuidad ideológica de las propuestas políticas, se hizo más importante el cómo se dice algo, cómo se le transmite y se presenta frente al elector ( cliente ) que la naturaleza o esencia misma de lo propuesto. Entonces, tornose chic y de buen nivel hablar de estrategias comunicacionales, empresas de asesoría de imagen, consultoras, siendo para muchos esta jerga tan incompresible como resulta la jerga médica o de economistas. Sin embargo, a los médicos acudimos cuando enfermamos en cambio la fraseología económica y ahora mediática, nos inunda y permea en todo lo que hacemos y no hacemos en esferas pública y privada. 

Crípticos códigos que sólo los iniciados pueden o deben entender en su debido alcance. Dícese en el Mercurio: La Conferencia Episcopal, desde junio de 2002 cuenta con una oficina de Comunicaciones y Prensa. Hasta aquí nada más banal y pedestre. Sin embargo, ellos desde hace un tiempo no trabajan solos: los asesora Nexos Comunicaciones, una firma especialista en apagar incendios en los medios de comunicación. Y en administrar los silencios (fueron contratados por el Banco Bice, por ejemplo, para manejar su imagen, tras el millonario robo de joyas de la sucursal Nueva Costanera). 

Una de las dueñas de la empresa en cuestión, Carolina García de la Huerta, intenta explicar al perplejo lector, en qué consiste la labor de Nexos Comunicaciones: realizamos diagnósticos, posibles impactos informativos, análisis de coyunturas, etc. ¿Quedó claro? Que diría Hermógenes Pérez de Arce que siempre gusta recordar que el 80% de los chilenos no entiende lo que lee. Frente a este ejercicio de retórica aristotélica es probable que cerca del 100% no entienda fehacientemente de qué estamos hablando. Sin duda habrá que echar mano de avezados exegetas para entender el peculiar trabajo de estas agencias. 

García de la Huerta tenía reservado, sin embargo, una “delikatessen” para quienes tuvimos la osadía de seguir leyendo el artículo, desbrozando eufemismos y así encontrarle un diáfano sentido. Agregó: los tiempos de la Iglesia, los tiempos de Dios, no son los mismos que los de la prensa y para eso estamos nosotros! 

Buena cosa, Juana Rosa. Qué curiosidad saber como una firma especialista apaga incendios en los medios de comunicación. ¿Con agua, espuma sintética, o incentivos y torvas presiones? Cómo se administran los silencios, qué rama de la ingeniería ocupase de estas materias y con qué herramientas intelectuales se bate? Cómo manejan la imagen de sus clientes, será dando más o menos luz de exposición ciudadana o lisa y llanamente trucando y escamoteando la realidad? 

Agosto  2004